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Tal vez, la poesía sea lucidez. La facultad de ver más allá de las apariencias con las que las personas nos presentamos socialmente (Ver el excelente ensayo de Erwin Goffman “La presentación de la persona en la vida cotidiana”)

Poder vislumbrar los fondos del alma de cosas y personas.  Atisbar el cuadrante ciego de la famosa “Ventana de Johari”, o alumbrar partes de “la sombra rechazada” de Stanislav Grof. Dones modestos de clarividencia.

La facultad de introspección, no ya de uno mismo sino vertida sobre los demás. Una suerte de violación discreta de su intimidad. Posiblemente, la unidad del cosmos presentida por los antiguos. El “Todo es uno” zen o hinduista, etc..

Película: Ordinaria locura” de Marco Ferreri.

Multipremiada. Concha de Oro del festival de San Sebastián de 1981… Premios David di Donatello 1982, al mejor director, guion, actriz, fotografía, montaje y diseño…  

Ben Gazzara (50 años) y Ornella Muti (25 años). Ambos, de sonrisa perpetua (impagable don seductor) y magníficos en sus interpretaciones, aportando la carnalidad precisa y hondura de registros emocionales.

Un film transgresor de deseos y pensamientos impensable de realizarse hoy. Menos aún de llevarlos explícitamente a la pantalla. Realizada sobre textos y aspectos biográficos de Bukowski en la California ya decadente de los años sesenta del pasado siglo, con “la modernidad” mercantilizándolo todo y desarraigando a los seres de los modos que conocemos característicos de la industrialización. Confundiendo nuestra naturaleza. Coartando nuestras pulsiones. 

SITUÉMONOS en Europa y España entre 1970-1990. Directores, actores, productores, críticos y espectadores ruedan y asisten en masa a proyecciones y certámenes a aplaudir y premiar las creaciones audiovisuales hechas con vitola de ensayos de arte en libertad.

Una época y generación libertaria de cuerpos y pensamientos que cuesta comprender cómo, paulatinamente, fue sucedida por su opuesta a partir de entrar al milenio.

¿Es simplemente el resultado de profundizar en la libertad lo que ha generado la actual hipersensibilización? El tiquismisquismo y obligación de tener que reconocer derechos a las piedras.

Cada quien se siente ofendido y vulnerado. Acusa al otro de haberlo violentado y pide reparación de honor en forma de duelo judicial y mediático. Las armas que se usan son de toga, y la sangre corre por debajo.

Lo que no cambia es el barro que deja la batalla de los sexos sobre los trajes de los caballeros. ¡Y el cansancio! La impotencia de comprobar, por enésima ocasión, que sigue cumpliéndose el proverbio Idish: “Los humanos planean. Dios se ríe” Sabiendo de la inutilidad de ese intento vano de organizar mejor el mundo.

Las buenas intenciones y prácticas llevan dentro de sí a sus contrarios diabólicos. La dialéctica hegeliana Quizás, la más lograda síntesis y cumbre del razonar humano. Sabiduría presente y expuesta, por otra parte, por filósofos de veinte siglos atrás. Nada nuevo bajo el sol.

 

—¡Hazme olvidar!, se dicen mutuamente los amantes en varios diálogos y momentos de intensa reflexión de vacío e impotencia en la que viven sumidos la prostituta y el escritor alcohólico. Ambos, supuestamente, impelidos a sus respectivas adicciones por motivos diferentes. Ella, despotricando de que sólo atraiga contactos humanos gracias a la belleza. Convencido, él, de lo contrario. De que esa es de las pocas verdades de la vida; la condición e ilusión que posibilita “vivir”.

Paradójicamente, como digo, es la lucidez del poeta la que le causa a la vez dolor y sanación. Dolor por sentir la desazón ajena y sin embargo sanación y calma al comprobar que no padece las zozobras existenciales de la mayoría de personas.

Escribir y recitar versos a las musas y tener contactos físicos o sexo con ellas es la vacuna temporal que lo alivia y evita que caiga en tentaciones suicidas. Le hace sacar fuerzas de sus flaquezas íntimas, mientras malvive en los bordes de la sociedad rechazando propuestas mercantiles laboralmente insípidas con mezquinos chantajes dinerarios.

El desasosegante film es de fallido doblaje y excesivo bukowskismo, en el sentido de insistir en la turbidez y el desencanto que producen las grandes ciudades y sistemas económicos actuales. El desarraigo que producen y extienden doquier se instalan. Los planos y escenas tienen algo impostado, forzado y sobreactuado, a fin de mostrar procazmente esos absurdos que llamamos desarrollo social, junto a la imposibilidad de huir de los instintos animales a menudo antisociales. La imposibilidad de eludir ese destino de locura de los humanos;  y de sí mismos, en el caso del poeta y la protagonista.

Las escenas en la que el vate asegura que le daña el dolor de los demás, así como, el dolor que le causa la ausencia de belleza y la admiración energizante de su presencia recompensándole fugazmente de las mediocridades del mundo ordinario -simplistamente situadas en las esferas altas- son para mí de las principales virtudes del film.

Con esas brújulas y radar especial, el poeta sobrevuela la peste y amargores de la existencia moderna con el mínimo de serenidad requerido para subsistir. Lo que le distingue del resto de cascarones perdidos en océanos procelosos.

Busca lo bello hasta en los bancos de los parques, garitos y manicomios, esos escasísimos pedernales con la chispa vital de la creación. Y cree encontrarlos en cualquier ser que trasmita autenticidad, así sea expresándose mediante canales extraños, defenestrados, soeces o recónditos. Amas de casa entradas en kilos y agobios con los caseros, ninfómanas, paranoicas… desequilibrados, convictos…

Cual un moderno Don Quijote persigue y trata con maneras de galán a dulcineas demenciadas o suicidas, lo mismo que se enfrenta provocador al resto de “civilizados molinos de viento”.

Equiparar la vida con estas clases sórdidas de belleza o con la juventud, el dolor, etc.., y escribirlo, le permite renacer, recuperar la confianza de Wilde:

“Todos en la misma ciénaga,

pero algunos mirando a las estrellas”

—“He encontrado más estilo y vitalidad en muchos presidarios que en los restaurantes de lujo de fuera”

Posiblemente, tiene razón, pero…  ¡sórdido me lo fiais! Ferreri. Descreo de probar semejantes compañías.

Me quedo con la idea comentada del singularísimo dolor de lucidez que padecen los poetas, aquí un outsider hastiado; alcohólico como excusa o defensa frente al irremediable sin sentido adyacente. Por sí sólo capaz de producir delirium tremen.

¡Capto en este Ferreri trazos que quitan verosimilitud a la obra. Cierta demodé propia de romanticismos estilo siglo XIX. Y me hago las siguientes preguntas:

¿Los poetas actuales encontrarán jóvenes tan intrigadas e interesadas por las singularidades de juglares ebrios?

En tal caso, ¿dudarían, éstos, en mercadear belleza y sexualidad a cambio de hacerles poemas?

De lo que no tengo duda es que, de hacerse hoy día, esta película sería atacada por los mil tipos de feminismo; actrices y actores rehusarían participar, y de persistir en mantener diálogos, planos y secuencias, el director sería crucificado. 

No se pierdan los primeros minutos ni los últimos.

Y no olviden que el delirio común de cualquier hombre de edad es tener sexo con mujeres jóvenes, bellas e inteligentes… ¡Y viceversa!

No habrá, jamás, feminismo capaz de cambiar eso. Afortunadamente para ambos géneros… Que -aclaro- son dos: masculino y femenino; sin perjuicio de excepciones biológicas. Las autopercepciones mentales no cuentan. Por mucho que diga que me siento adolescente o Mozart, soy un sesentón y estoy negado para la música.

Bingen dixit.

Hoy hemos visto el mundo desde los ojos del escritor protagonista; en parte, alter ego de Bukowski.

Próximamente, lo veremos desde el lado de esa clase de mujeres que nadan a caballo entre ser esposas, hieródulas, hetairas, rameras, furcias, etc.. La panoplia completa de figuras históricas que, controvertidamente, relata Escohotado en su germinal obra: RAMERAS Y ESPOSAS.