Robin Wright. Lo Natural es Bello. -Serie Erotismo Verde-

 Me reconozco esclavo de la primeras impresiones. Y persevero en ellas pese a los desengaños sufridos. No escarmiento. Hago caso omiso de la antigua sabiduría que advierte de que todos tenemos dos caras como Jano. Lean el libro “La sombra” el ensayo sociológico “la presentación de la persona en la vida cotidiana” de Ervin Goffman, pionero mostrando que en las presentaciones ocultamos lo sombrío. Así que lo conveniente antes de tomar decisiones es intentar ver ambas. Ya lo he contado en el libro “Manzanas de Hiel y Miel.

El ser de luz que te encandila, puede tornar a monstruo en cualquier momento. La decepción aguarda a la vuelta de la esquina. Por el bien de todos habría que cavilar alguna técnica que permita descubrir esa faz negra con presteza. Y sin embargo, repito los errores. En el sesgo de creer en las apariencias.

Hasta el punto de que siento cátedra con mis presunciones y no hay quien me baje del burro por ejemplo, de que Sean Penn hizo el tonto dejando a esta preciosidad. Ya saben, luego, le dejaron a él (Charlize Theron) que, según cuentan las buenas lenguas, no le quiso tanto. Guiado por mis impresiones, llevo mal muchas separaciones. Pero vete a saber qué es lo que desconocemos que provoca las rupturas, mas allá de que toda monogamia está condenada a la traición de antemano a navajazos de las hormonas. Sea por pensamiento, acción u omisión. La ley de los genes es implacable. Y las atracciones ni te cuento. Infinitas. Y eso que, desde fuera, se ven mejor las cosas que van a misa. Fueron bastantes quienes me advirtieron de que no me convenía. De haber hecho caso, al cuarto o quinto encuentro, yo mismo me hubiera dado cuenta de sus intenciones y mal carácter. Pero me dejé arrastrar por las fascinaciones que la bruja mantis presenta en sociedad a sus victimas.

Lo pagué caro. Pero por fin algo aprendí a ser algo más prudente. Poco más. Con todo, siguen sorprendiéndome la cantidad de mujeres de mentiras que hay. Cada vez más. Hasta el punto de estar cerca de ser ya misógino. Me agrada el maquillaje cuidado, el lápiz de ojos, el carmín, los peinados tintados, pero odio la doblez llevada a los extremos cirujanos de exagerar con silicona los labios o pechos que no tienes.

Recientemente, caí seducido por una hembra de luz. Nos comprometimos. Volví a pecar de ingenuo. En la fiesta de Navidad, a las cuatro horas del ágape de amigos, me mandó sentarme y estar calladito. Días después, resultó que sus súper pechos, atractivos de por más, eran postizos, etc. El colmo de los colmos advino cuando me previno de que no podía palmearle las nalgas porque, de resultas de una infección al suplementarlas con prótesis, se le habían formado bolas internas -grumos irreductibles- que le dolían. Añadidamente, bebía de lo lindo. Copazas. Una tras otra. Y tenía más problemas que Job, siendo que se había presentado como con la vida y cartera ordenadas. Lo de siempre. Sirva este artículo de aviso a navegantes: aguarden antes de meterse en responsabilidades que te lleven a lios. Urdan alguna celada que sortee sus expertas defensas.

Con todo, ya les digo que insisto en seguir mi instinto. Temo que es valido sólo a efectos sexuales. Creo que verdaderamente, la princesa prometida cual comenta el padre del galán viudo, que abrumado y deprimido por la pérdida de su mujer enferma de muerte, no se decide a cortejarla  es harina del mejor costal. Pan digno de comerse de por vida ¿Se han fijado que es de los pocos alimentos que no cansan.

Les dejo con ella. Degústenla.

—”Hay pocas chaquetas de esa calidad” –le aconseja Paul Newman a Kevin Costner.

—”Ve a buscarla antes de que sea tarde”.

Y lo hace porque, encima, es de las que te busca. Si es preciso con mensajes en una botella que lanza a tu mar de Ulises. ¡Ni Penélope!

Decirles, para ser justo, que “haberlas haylas” sin segundas caras… Mi esposa, por ejemplo. Noble hasta enfrentada a los mazazos de la existencia. Los dioses se llevan a las personas realmente bellas por dentro y por fuera. Por discreción, pongo el retrato de su actriz preferida, que dando la razón a una teoría del click sentimental químico, tiene gran parecido con ella. Greta Scacchi. Háganse a la idea de que la están viendo.