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Ver en el Blog las anteriores entradas de BRAINWASHED de NINA MENKES -de gran parecido con Brigitte Bardot-, autora de películas que pretenden desterrar el predominio de la que llama “mirada masculina” agresiva en el cine. Tengo pendiente ver algun film suyo completo, así que aun no puedo pronunciarme sobre su obra. Cuando el rio suena, agua lleva. La historia patriarcalista y machista del cine es obvia y agradecerá el trabajo de las nuevas directoras que le pongan coto. La mano cuidadosa del cine ditigido por mujeres es un activo que viene notándose positivamente desde hace  unas décadas, si bien como en el resto de performances hay de todo. Joyas y barro. Le deseo éxitos en el intento y le animo a que corrija la tendencia al discurso fácilón que muestra en el documental. A poco que se modere y afine en las líneas esbozadas puede mejorar. Me encantó la recuperación estética que hizo de la Siguanaba yla metáfora de las Mujeres-piedra… Lo mismo que me parecien desacertadas las reiteraciones que hace de mujeres que padecen las relaciones maritales más que disfrutarlas. Son muchísimo más interesantes las propuestas finales.Una exageración demasiado vista en las pantallas. Le pasa lo que a mí con las actitudes y propuestas infantiles de algunas feministas: que tiendo a generalizar y a repetirme. Discúlpenme que personalice e incurra en paternalismo

 

 

OBJETO SEXUALIZADO, NO. ¡MAL SEXO!

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EL FEMINISMO RADICAL ESTÁ EMPEZANDO A SITUARSE POR ENCIMA DEL BIEN Y DEL MAL. CUALQUIER CRÍTICA QUE RECIBE, A MENUDO, LA RECHAZA CON EL ARGUMENTO DE SER DISCRIMINACIÓN MACHISTA. ¿LES SUENA?

Y LOS AUTORES SE PLIEGAN AL PODER DE “LA ESPECTADORA”, aplaudiendo acríticamente cuántas iniciativas artísticas lleven la vitola de feminista, aunque sean creaciones mediocres o bodrios infumables.

¿EL NUEVO ORDEN MUNDIAL?

La visión de este temprano film ORLANDO (1992), estilo ME TOO -con pretensiones de obra maestra que no pasa de remake-coktail-, me ha puesto en la pista de la mayor ambición femenina que existe imposible de cumplir. Pido al lector que, en tanto, desarrollo esa intuición piense  cuál puede ser ese imposible irrealizable… Por fin, un límite a las eternas ambiciones humanas; femeninas en este caso. Una pista: el doctor Victor Frankenstein tiene émulas. Creanme si les digo que me ha puesto contento vislumbrarlo, pese a que en esa locura corremos riesgo de resultar tod@s arrastrad@s. No será por que no lo intenten. ¡Misoginia! dirán Vds. ¡Y se equivocarán!  ¿Locura mía? Tampoco. Por el hilo se llega al ovillo.

Esta clase de declaraciones y conversaciones, pese a lo reciente del film, suenan ya a manidas. Parecido sucede en ORLANDO. Esta película de 1992 que, a riesgo de precipitarme -porque tengo intención de verla de nuevo-, juzgo insustancial y pretenciosa. Dilemas que no enganchan ni convencen. Los diálogos y frases empalagosas indican que Virginia Wolf también era hija de su tiempo, ya lejano. ¡Pasado! en definitiva… No obstante, han iluminado la idea que les decía. EN EL TRASFONDO PARECE ESTAR LA MAYOR AMBICIÓN JAMÁS PENSADA. Sólo por eso merece verla. A ver si les sucede lo que a mí y se “iluminan”. Así se lo deseo.

CRÍTICA PRINCIPAL. La selección de escenas que ha hecho en el documental que he troceado al milímetro, está claramente sesgada. Ha elegido las que reafirmaban sus tesis. Porque en la vasta historia del cine hay muchísimas miradas diferentes, incluidas las opuestas a las cogidas como argumento. Un error clásico. EL SESGO DE CONFIRMACIÓN.