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Este verano no viajo más que a Soria, pero sigo en Oriente. Hados y hadas así lo quieren. Entro en la galaxia FILMIN y “voilá”…

 Una peli romántica guay bonita de ver y con suspense total. Con polis tenaces muy humanos y asesinos despiadados, más una sospechosa enigmática que nadie sabe si es entrañable o malvada.

¡TANG WEI! Veinte años después, igual de radiante y electrocutante, en la que podría ser la segunda parte de la mítica “DESEO, PELIGRO” rodada en 2006.

Estoy convencido. El sex appeal se tiene o no se tiene, dependiendo del momento existencial, pero más del fondo vital de cada persona. Ser de natural alegre -por temperamento o por lo que sea- ayuda a que se manifieste. Y dado que los factores condicionantes son muchos, será imposible abordarlos en la película de hoy que trata de dos seres de ese tipo que los tarotistas denominan “lunas magnéticas” que se encuentran.

¿Saben lo que es estar enamorado? ¡Ojalá! Recuérdenlo o descúbranlo. En cualquier caso, siéntanlo ahora. Es sencillo. Les propongo la manera de rememorarlo o lograrlo. Vean este film. Por supuesto que el requisito imprescindible es que sendos “animales vivos” se unan y comuniquen entre sí: varón y mujer o cualquiera de las variantes. Sin esos ingredientes no es posible el amor. Que por si lo desconocen o les hacen dudar de que exista, ahí está el Fénix de las letras para sacarles de titubeos: ¡QUIEN LO PROBÓ, LO SABE!

Y caso de faltar a la reunión dos ADN palpitantes, tampoco se darán las consecuencias del amor, que son -por principio- fatales. Mi penúltima ex amante estaría encantada de ser la protagonista de esta película maquiavélica. Urdiría los mismos maquiavelismos. Lo que no sé, aunque no debería cuestionarlo, es si sabría amar hasta el final. Una frase con el metraje bastante avanzado es reveladora a los efectos. Le sugiero que estén atentos. A ver si la interpretan como yo. Aunque a lo largo del film, la tan inquietante como sexy protagonista, da muestras de quererlo, sin embargo, confiesa que es a partir de que acontecen una serie de sucesos y él deja de amarla, cuando ella empieza a hacerlo. 

¿Es esto típico de la mujer fatal? ¿Típico de la mujer soberbia acostumbrada a ser querida y no necesitar saber querer, o desconocer el dolor de las pérdidas porque siempre es ella la que deja primero? ¡Hasta el momento en que la dejan! Lo dicen las canciones del tenor de “FALLASTE CORAZÓN”

Y tú que te creías el rey de todo el mundo,

y tú que nunca fuiste capaz de perdonar,

que cruel y despiadado de todos te reías,

hoy imploras cariño aunque sea por piedad.

¿Adónde está tu orgullo, adonde está el coraje…?

Porque hoy que estás vencido mendigas caridad,

ya ves que no es lo mismo amar que ser amado,

hoy que está acabado que lástima me dás

Porque hoy tu buena suerte la espalda te ha golpeado,

fallaste corazón, no vuelvas a apostar.

 

 

Película moderna y de altura, conforme a los tiempos. Escenarios cuidados hasta el punto de la incredulidad. Comisarías cinco estrellas. Salones Feng Shui rayando la suntuosidad en clave minimalista, etc..

Y con los protagonistas de las historias del Hollywood de los años 30-60 algo transformados. Si antes eran abogados corruptos, maleantes tabernarios de buen corazón, sheriffs de ropaje polvoriento y cowboys desaliñados los héroes principales, junto con las doncellas salvadas maltratadas, o secuestradas por indios, mujeres forzadas a la mala vida, etc.., ahora -desde Path Garrett o Elliot Ness y los intocables, además del testarudo Al Pacino- quienes protagonizan las grandes batallas de amor son, casi exclusivamente, policías trajeados o ladrones desarraigados, con las sospechosas de siempre: prostitutas o su sinónimo de bailarina o cantante, auxiliares de clínica, eufemismo de trabajadoras de la hostelería y las residencias de ancianos. Frecuentemente oriundas del tercer mundo. Raramente las de algún postín.

Lo que no cambia son las víctimas -especialmente, mujeres jóvenes- y los violentadores: los varones; per se. Independientemente de la calidad de la cuna, el carácter, la educación o la ocupación. Juniors o seniors. Solteros, casados o viudos. Autóctonos o emigrantes. Ricos o pobres. Todos maltratadores por decretos insensatos.

Antaño los motivos que propiciaban amoríos redentores y, también, la parte consecuente de las agresiones, eran las ausencias y carencias -ciertamente, las infidelidades o pasiones animales sobrevenidas por el efecto del aislamiento, la brutalidad o las morales pacatas-, pero quienes mayormente las vivían o sufrían eran nobles caballeros con señoras y damas de la corte o sirvientas. Hogaño es entre comisarios acicalados y señoras asesinas inteligentísimas y vengadoras “con razón”, naturalmente. (apréciese la ironía entrecomillada). Mas, como digo, el film es de estupenda factura.

Los intérpretes magníficos, empezando por la comentada arrebatadora sensualidad de Tang Wei, que sigue igual de atractiva que hace 20 años. El policía similarmente perspicaz, súper expresivo y de facciones y expresiones encandilantes. Bordean el 10 de lo que es el gran cine.

El complejísimo guion está bien hilado. Contiene algunas inconsistencias, pero la trama tan intensa y densa las convierte en minucia. Al espectador no le importa. Sigue viendo verosímil la historia, lo que sienten hondo. Especialmente las químicas que desprenden investigador e investigada desde el primer encuentro. “Imputada” que se dice actualmente con forma fónica  malsonante.

La trama de suspense la bordan ambos, Tang Wei y el atildado fulano. Y como dicen los mexicanos, se les va a “enchilar el cuero” al sentir la sensualidad que levantan sus contactos, que además es de exquisitez oriental. O sea, lo que les digo. Una gozada para el espectador sentir aletear las mariposas del amor viendo una simple película, y desear ser los protagonistas pese a las zozobras con picos y simas que atraviesan. Todos querríamos ser esos personajes, vivir su historia de amor. Terrible. Y hasta aquí puedo leer.

De un momento a otro les entrará en vena un chute de energía positiva. Vendrá a su lengua el estribillo del éxito de ABBA y la cantarán entusiasta. Saldrán a la calle, pasearán al perro en volandas, que cavilará el motivo de semejante arranque juvenil en el amo sesentón:

“Creo en angelitos, que la vida misma me hace ver. Yo lo soñé…”

Así son las mujeres que amamos. Evocarlas es tan placentero como comerse un yogur con fresas o frutos del bosque, mezclado con pastas de té. O, si son de salado en vez de dulce, dar cuenta de un bocadillo de jamón serrano regado con buen vino, terminado con queso manchego y membrillo, como no puede ser de otra manera, tratándose de un hombre que ama, O sea, el membrillo…  Les sabrá a gloría. Cual una Radler 00 en el Sahara. Como la primera cerveza, la primera romería… Eso es Tang Wei, o las actrices semejantes a ellas.

Rememorarla me lleva a mencionar a Ana Claudia Talancón, Robin Wright, Valeria Marini, Eva Méndez, Brigitte Bardot, Romy Schneider… En fin, a las cien musas de este poeticastro.

Y supongo que a las telespectadoras les sucederá parecido delante de este cabal y galante Sheriff-Comisario estilo Kevin Costner, Gary Cooper, Gregory Peck, Brad Pitt, Jon Hamm, Mr. Pataki, etc, etc.. 

Cést la vie. Disfrútenla sin falta este verano, yo con esta entrada me despido temporalmente: Espero que hasta septiembre. Au revoir.

P. D. El cine surcoreano ha evolucionado fusionando la mentalidad o los géneros de Occidente con la idiosincrasia y narrativa oriental. Sus dramas, comedias, el humor y las intrigas nos resultan cercanas al tiempo que nos sorprtende por la originalidad, puesto que aportan esa singularidad tan elegante; esa distinción en el trato y la sensibilidad a flor de piel transmitida en los detalles. Por ejemplo, surcoreana, indonesia o vietnamita, realmente seductora.

Y por supuesto; tentado estoy de irme a Vietnam, Corea del Sur, Japón… porque aun teniendo claro que las mujeres allí serán igual de incomprensibles y volátiles que las de aquí, serán distintas. Allí, la sexualidad, la sensualidad, el erotismo, no está masculinizado todavía. Puede verse en las disciplinas deportivas, estéticas manuales y florales, etc… que practican generalizadamente, tan alejadas de las de nuestro hemisferio.

Así que, si a lo peor, yo no puedo ir, vayan ustedes.