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CHINA. ¿LA TORRE SIN SOMBRA?

 

Lo que nos faltaba. El mito fálico del poder en versión china: Film “La torre sin sombra”. Observen la polisemia mayestática del título. Propia de los sistemas totalitarios.

¿Sin sombra porque nadie puede hacerle sombra al régimen chino actual?

¿Sin sombra porque es un ente divino que desafía al sol o procede de él?

Cuando la he empezado a ver, me ha gustado descubrir retazos de poesía humana. Sorprendido, incluso. Conforme la película ha ido desarrollándose, he ido viéndole las costuras propagandistas ocultas.

Lo que parecía ser un problema personal del partenaire masculino, ha derivado en que su pusilanimidad -disculpen el prematuro mini spoiler- se debía a ser hijo de un acusado y sentenciado al destierro como acosador, por algo “tan inocente” como tocar, supuestamente, a una mujer en un autobús. De nuevo, el poder de las sociedades criminales queriendo ahormar extremos insólitos de autocensura, pretendiendo fabricar robots con humanos; inyectándoles CULPA con mayúscula. Un absurdo terrorífico.

Y lo peor es que se disfraza como orden y paz social, lo que no son más que artimañas de las élites para amansar a los seres humanos (Ver Peter Sloterdijk). Especialmente a los machos, siempre problemáticos y rebeldes. Que la consecuencia vaya a ser una feminización anómala de las sociedades futuras es accesorio. No tiene aquí relevancia, o la tiene a largo plazo; en cuanto a que lo que aparece ahora como un logro acabará derivando en un control estatal de los comportamientos, seguido de duros castigos y estigmatización.

Ya sucede en todo el mundo, pero cuando uno ve el Mee too plasmado en todas las filmografías actuales del globo -sean producciones rodadas en sociedades liberales, socialdemócratas o pseudocomunistas- me entra cierta desazón y canguelo. Veo el futuro al que los lobbys de presión pretenden llevarnos y encajonarnos a la vuelta de la esquina. Una lástima esa parte del film, porque también contiene trazas de humanismo.

Personalmente, me gustan las continuas referencias a que, en términos de respeto por cosas y personas, el pasado era mejor. Me caben pocas dudas al respecto. Los protagonistas añoran lo entrañable de las familias y acusan abiertamente a los infames desarrollismos acelerados (no hay más que ver los barrios y edificios característicos de los modelos arquitectónicos y urbanísticos ruso, chino, coreano, etc..)  Jóvenes y mayores desarraigados y perdidos en las grandes ciudades. El director pone en contraste dos formas de orfandad distintas. Dos búsquedas de sí mismo opuestas; una introvertida y otra extrovertida. Introduce con suavidad que, en el fondo, tras esos desplazamientos masivos del campo a las ciudades crecen exponencialmente las sensaciones de orfandad existencial, la necesidad de raíces, de vínculos. Todo un clásico parido por el capitalismo salvaje hace tres siglos que los llamados a engendrar “el “hombre nuevo” no fueron capaces de aprender y evitar. Únicamente las copian a peor. 

La película muestra sucintamente el tema de las relaciones hombre y mujer en China. El film los trata de forma un tanto sorprendente. No se sabe si el personaje desvaído del varón, parece ser la crítica velada del director o una advertencia inquisidora contra los arranques masculinos de carácter. El mensaje queda en claroscuro. En el limbo de lo visualmente difícil de comprenderse. Posiblemente porque está sujeto a censura. Las situaciones, diálogos y comportamientos tienen asimismo altibajos; resultan contradictorios. Según y cómo lo enfoquemos, el perfil del protagonista pudiera estar dibujado a modo de declaración del futuro que espera a los varones en caso de seguir ese camino. Porque es un hombre apocado, condicionado por el estigma paterno, el “qué dirán” y el “cuidado que te apresan”. No se atreve ni a tocar a la chica que se le ha declarado. Pero, a la vez y como digo, sucintamente, el director parece criticar esa conducta. ¡Ojalá!

A veces, parece está apostando por nuevas formas de libertad y respeto en las relaciones hombre y mujer, de manera que a lo largo del metraje otorga a las mujeres una naturalidad e iniciativas de ligoteo excesivas, completamente irreales, “dándoles la preponderancia que el mito del empoderamiento persigue de forma obsesiva”. Pero, al tiempo, lo hace de una manera contraria a Occidente. La iniciativa en las mujeres chinas que muestra no es agresiva ni anti-macho. A al revés, es pro-varón. Inusual. Es delicada; hay feminidad y tensión sexual humana. Además, entre una mujer joven de veintipocos años y un varón cercano a los cuarenta. Lo cual no encaja con la idea del feminismo que rápidamente acusaría a esas relaciones de estar regenciadas por el poder masculino patriarcal. Desde luego, la directora Nina Menkes jamás las vestiría con ese tipo de anhelos ni concedería semejante peso a los protagonistas masculinos.

En definitiva, una película que podría haber evaluado de forma positiva, pero en la que los mensajes pierden bastante de su valor, al estar tan sesgada y condicionada por el régimen chino y por la ola mítica “Mee too”. La evaluaré con benignidad paternal por aquello que he comentado del humanismo que trasluce y la certeza de que, en circunstancias históricas concretas y en determinados mundos rurales, algunos pasados recientes pudieron ser mejor que los actuales, medidos en términos de relaciones humanas. Convendría recuperarlos.

Pese a la educación pseudo comunista reforzada hasta extremos de inanidad por el régimen chino, se aprecia aún el antiguo respeto de los jóvenes por los mayores y cuidado exquisito de las formas en el trato cotidiano, cosa que en Occidente hemos perdido.

Tampoco tengo clara la universalidad de la aseveración siguiente, pero, desde luego, parece que los desarraigos actuales de amplias y enormes capas de población no existían en las sociedades rurales. El problema de las identidades, el desempleo, etc… eran resueltos en su mayoría por el curso de la naturaleza de forma considerable.

La última hora de la cinta es la mejor siempre y cuando se haya aguantado la parsimonia del desarrollo. Alcanza altura y honduras existenciales. De hecho, cambió mi primera impresión de la película. Y lo consigue pese al marasmo de significantes contradictorios que he expuesto.

Entre lo negativo vislumbrado, que el tabaco y la bebida en China siguen siendo instituciones. Supongo que vivir con semejantes sombras de control socio-policial de pensamientos y conductas lo fomenta. Deben sublimar por algún lado esa represión constante de los impulsos frente al convencionalismo por decreto que han de mostrar en público. Siendo 1500 millones de personas constreñidas en meg aurbes, presumo que fumarán como cosacos para descargar la tensión que tiene que producir ese respeto a ultranza por “el espacio del vecino” que vive y duerme pegadito a ti. 

Me mantengo en la idea inicial de que es una película “Me too a la china”.  Contra lo que imagino que ocurrirá en realidad, la voz cantante del film la llevan las mujeres. Aunque lo más importante y positivo a resaltar es que la película se adentra con decisión en la personalidad de la mujer. Sacude estereotipos y aparecen como lo que son o pueden ser: igual de resolutivas que cualquier varón. Incluso soberbias, si me apuran, por mor del nivel inferior en que el hombre se empeña en mantenerlas. Para mí, ese es uno de los mayores méritos de esta obra: El modo descarnado con que retrata a la mujer de carne y hueso. No se anda con chiquitas. 

Sin embargo, sea como fuere, el metraje termina, también, siendo una declaración de la soledad del varón noble. Que cada uno saque la conclusión que quiera. Resalta su indefensión frente a la sociedad criminal, sociedad anónima.

En definitiva, el conjunto de la obra muestra la complejidad de los fenómenos que nos afectan a ambos géneros. Las incomprensiones que pagamos porque los humanos no podemos comprender con exactitud las motivaciones del otro; y porque juzgamos. Aunque lo hagamos como forma de crear “las certezas” que nos tranquilicen. Juzgar es un intento de “construir y agarrarse” a creencias sólidas dentro del líquido de la vida, siendo que es casi imposible encontrar asideros firmes; labrarse opiniones fundamentadas. Pero con los juicios rápidos y los estereotipos, mal que bien, lo conseguimos y vamos tirando, aunque incurramos en errores de bulto, prejuicios, etc.. La mente humana no sabe hacerlo de otro modo.

El film acaba teniendo algo “rosa” impropio. El varón no parece un varón; está con las manos atadas. Coartado por el miedo a quién sabe qué molestia o acusación está amenazándole caerle encima. Y tardamos en saber el por qué.

Toda la película es un “algo cansino jeroglífico” a descifrar entre líneas. Obviamente porque la censura tiene la espada de Damocles lista a caer sobre el director y herirlo.

Por una vez, he apreciado que las canciones estén traducidas; de manera que, por sus letras, podemos deducir la queja que se lanza a los tiempos actuales.

Ya he señalado, también, que el país que se retrata es pobretón y sucio; muy ordenado, eso sí.

Dentro de la sobriedad prototípica china, en el film reina la calma, esa calma existencia oriental, a veces adormecedora, cual si fumáramos opio. La película tiene aciertos estilísticos y narrativos notables. Particularmente, la narración mediante canciones o conversaciones fuera de plano o del momento temporal que se está viendo.

Insisto, asimismo, en que la mano del gobierno de partido único se ve en la pizarra del director. Se percibe que hay una reivindicación del Pekín actual. Una especie de llamada a regresar a la rimbombante “República Popular China”, que se enorgullece de ofrecer, por fin, un futuro digno a sus ciudadanos. Vende que tendrían dónde agarrarse y prosperar más que en Occidente. Pekín lo simboliza en alguna secuencia, pero ya digo que huele a chamusquina comunista.

A este respecto, el título es revelador. “La torre sin sombra”. El símbolo fálico que simboliza “erguida sin mancha”. Pero, también, desnaturalizada.  O sea, una torre inhumana. Con la contradicción, además, de estar ofreciendo un modelo que raya la impotencia varonil. 

¿Cómo puede no tener sombra algo sólido en la Tierra? Ese imposible son los pies de barro de las teorías marxista-leninistas, maoísta, trotskista, etc…

OLVIDA QUE LOS HUMANOS SOMOS SERES IMPERFECTOS CON PASIONES, DEFECTOS Y ADICCIONES (Deseos de previsión de incertidumbres o carencias, acaparación de dinero o bienes, gula sexual, etc…, temores, etc).

LOS INTELECTUALES DE EXTREMA IZQUIERA Y ACTIVISTAS TEORIZAN CON IDEALES.

LOS PODEROSOS VENDEN PASIONES TERRENALES.

¡POR ESO SIGUEN VIVOS Y COLEANDO!

 

Conclusión: Film del 2023 sorprendente. Le otorgo una puntuación de 8.

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NOTAS.-

1. Un apunte en off para los románticos. “Sarang” significa estar enamorado en coreano.  Y puede significar a la vez imbécil. Aguda bisemia.

2. Otro detalle bonito del film es que “andar para atrás -obsérvese el matiz- pone contento”, según se afirma en una simpática secuencia.