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Stephen Frears,  especialista en retratos reales  de parejas complicadas, tensiones emocionales interculturales o personas de biografía singular, parece tener al duende de los aciertos cinematográficos consigo.

El autor de Mrs. Henderson Presenta, Victoria y Abdul , Filomena, Mary  Reilly, Doble o Nada, Mi Hermosa Lavandería, Florence Foster Jenkins o The Queen, entre muchas otras de buena factura e interés. dirigió en 2009 la que, por los paralelismos, puede considerarse lograda secuela de su afamada obra Las Amistades Peligrosas.

Nuevamente aborda con maestría la complejidad de los amantes que caen insospechadamente víctimas del impío Cupido, pagando caro la osadía de jugar al amor. Si allí era el tiránico vizconde el estratega atrapado en su propia red, aquí es una experimentada cortesana la atrapada en la telaraña de enderezar las zozobras existenciales de un veinteañero. Bien es verdad que Frears, como acostumbra, sabe dotar al personaje femenino de gran profundidad y humanidad.

El veterano director inglés lleva camino de convertirse en uno de mis directores favoritos. Salvo excepciones, se las apaña para conseguir repartos de lujo en el sentido de calidad de intérpretes fuera de toda duda..

A sus cincuenta esplendidos años físicos, Michelle Pfeiffer brilla también en madurez dramática –qué diferente de la incipiente mostrada en Scarface– portando la sensibilidad y matices de comportamiento que requiere y caracteriza el universo poliédrico de las mujeres, máxime, las envueltas o sumergidas en las tesituras y vorágines psíquicas y sociales propias de las cortesanas de antes como de ahora, incluido el etiquetado de rechazo que sufren o las inconveniencias de enamorarse. Sin embargo, nos parece que, aunque el galán lo intenta, no raya a la misma altura.

La elección de la novela de Colette brinda a Frears la ocasión de lucirse.  Ayuda el fastuoso vestuario de época y la ambientación versallesca de los palacios y castillos franceses culminado con el magnífico súper hotel Gran Palace de Biarritz.

La música de la primera parte está, asimismo, perfectamente sincronizada con la tensión de la trama, al igual que todo el reparto en el que destaca Kate Bates ofreciendo un memorable y parejo duelo interpretativo con Michelle. Ambas logran reflejar con maestría las sinuosidades características tras las conversaciones femeninas aparentemente intranscendentes y protocolarias. Los diálogos tienen enjundia.

Este bien realizado film, también veinteañero, merece ser visionado con deleite en las tardes invernales. Desde luego, cuenta con mi completa recomendación. Varón y mujer de tú a tú en la sempiterna batalla relacional. Diría que desigual contienda, puesto que todo hombre arrastra el hándicap de ser nacido de mujer. Una medalla que añadirnos a los chicos, por el valor de presentarles leal  confrontación sentimental.

¡Disfrútenlas!

Post data.- Con un poco más de carne y pecho, la Pfeiffer podría cumplir mi estereotipo ideal de mujer. ¿Cuántas en el millar conservan esa figura en la cincuentena? Y no me digan que el cine engaña. No sé que tienen las cosechas del 57-58. Véanla con sesenta y cinco en esta foto de galas actuales.