Sin desmerecer el trabajo del director cuyos trabajos me gustan y valoro, supongo que el mayor mérito a la originalidad de la trama y su desarrollo (excepcional) , lo tiene la novela de Paula Farias, “Dejarse llover”, situada en la guerra de los Balcanes, y sobre la que, en 2015, Fernando León de Aranoa hizo esta adaptación cinematográfica en guión conjunto con Diego Farias.
Ritmo, banda sonora, fotografía, vestuario y ambientación impecables. Cine internacional. Actores acertados y perfectamente ambientados al tipo de paisanaje oriundo del lugar del conflicto.
Buenas interpretaciones. Singularmente, Benicio del Toro; cual acostumbra. También, Tim Robbins y Mélanie Thierry. Más pobre la de Olga Kurylenko luciendo palmito. Simplemente, pasaba por allí a cobrar una millonada. Fácil que a iniciativa del director o de las productoras y entes financieros (Roures, etc) a fin de utilizarla como fetiche sexy y gancho comercial. Lo cierto es que son presencias físicas que llenan la pantalla. La belleza sigue vendiendo, mal que les pese a muchas. El séptimo arte sin Helena ni Adonis perecería. Lo mismo que el género humano sin sexo de por medio. A este respecto, el otro tipo de atractivo representado por el feo Benicio merece un análisis distinto que abordaré en cuanto pueda.
Localizaciones geográficas de gran fuerza acordes al drama. Diálogos escuetos extraordinarios, poco habituales. De una ironía mordaz y trágica; conforme puedo imaginar que se darán en las guerras como modo de sobrevivir.
Únicamente, chirrían algunos encuentros y escenas sentimentaloides estereotipadas que mal encajan… Resultan inverosímiles y excesivamente devotas de las cuotas feministas obligatorias. Con todo, y paradójicamente, constituyen de los mayores logros del film. Aunque, en ciertas secuencias, extrañe que León de Aranoa haya podido sacarlas adelante salvando la censura Podemita española y feminista mundial. Que el director, personalmente, gire próximo a esas órbitas, seguramente lo explica. Además, de que sea la única forma de poder hacer cine en la actualidad. Es el caso de varias conversaciones “normales” entre varones -rayanas con lo machista-, que, por lo general, se omiten en el cine de hoy día, tan vigilado por el movimiento Me too y, sin embargo, se muestran aquí, con generosidad.
Junto con algún recurso facilón a la lágrima y la crítica velada y simplona al burocratismo y las rigideces militares, tan del gusto de los socialistas y comunistas teóricos (de sillón y salón), es de los pocos peros que le hallo a la narrativa.
El atisbo de estudio psicológico del perfil probable de la personalidad de los cooperantes enriquece bastante la película. En resumen, un buen retrato de los horrores y “los rincones de humanidad” presentes en las guerras.
Por cierto, el título es perfecto, al igual que el día de marras narrado por la cinta.