EL ETERNO ENCUENTRO Y DESENCUENTRO ENTRE VARON Y MUJER
Con motivo de su reposición en la Zinemateka de Bilbao estos días, he visionado “Paris, Texas” de Wim Wenders.
Un film de culto valorado por encima de ocho en las principales plataformas. Voy a intentar comentarlo sin dejarme llevar por el prestigio del cineasta. Empezaré diciendo que, no haber vivido en el oeste norteamericano en esas décadas, limitará mis juicios. Y, a la par, les confieso que he preferido no leer nada mas previo, a fin de no quedar condicionado. Si ya cuando la vi recién estrenada en los ochenta, no dejó huella en mi, ni reflexiones sobre ella, ahora, me ha parecido conveniente fundamentar la opinión.
Adelanto la conclusión. Si bien trata el tema siempre de actualidad de la monogamia, la evolución diferente de las personalidades, separaciones y sus graves repercusión en la psicología y comportamientos de los miembros de la pareja y los hijos, en lo que al desarrollo de la trama se refiere está sobrevalorada.
Salvo en resultar afectados y caer en las conductas anómalas: incomunicación e incomprensión mutua, adicciones, maltrato, escapismo, etc… los personajes se comportan de forma irreal, lejos del resto de reacciones usuales en estos casos. Superlativamente fríos y racionales. El director, buscando, seguramente, efectismos emocionales comerciales en el espectador, las omite.
Permitan que les sitúe en lo mejor de la película antes de señalar los rodamientos que chirrían. El inicio de la película es bello y sugerente. Merced a los paisajes en color del desierto de Mojave y lo acertado de rodar con planos estereoscópicos. De modo magistral, las secuencias enfocan a un hombre desaliñado que vaga por el. Exhausto, topa con el típico store igual de zarrapastroso donde se desploma. No habla y sólo un papel de sus bolsillos permite localizar a su hermano residente en Los Ángeles, y con familia y trabajo estable. Lo menciono porque el detalle es significativo.
Inmediatamente, se nos informa que no saben nada suyo desde hace 4 años y que acogieron a su hijo de corta edad. La mujer del hermano no ve bien que vaya a buscarlo ni que lo traiga a casa. Hasta aquí, lógico y comprensible. Pero, a partir de que llega a hacerse cargo y recogerle, el film empieza a decaer, según mi parecer. Deja de ser creíble. El guionista, Sam Shepard, tira por lo fácil y no tiene empacho en mostrar como posible, que luego de escaparse del consultorio medico, por dos veces encuentre providencialmente al huido en mitad de desierto. Que trate con el confuso como si estuviera en su sano juicio y con una bondad y equidad fraterna que ni San Justo o Job juntos. O que, siguiendo con el exceso fraternal, deje que el desorientado conduzca el coche con trenes de por medio. Tampoco, que recoja a su hijo del colegio al día siguiente, etc, etc. Creo que Wim Wenders hace una apuesta ideológica: para hermandad de verdad, la de la familia norteamericana de la época. Loable, aunque optimista; si no, tendencioso y solícito a lo políticamente correcto.
No les contaré más ni haré el spoiler. Únicamente les pido que analicen cada una de las escenas fijándose en si les parecen probables. Un apunte al respecto antes de que lo vean y de que enumere los que considero aciertos, que son bastantes. Pese a la seriedad del momento, que a todos nos toca la fibra, observen si encuentran algo más que convencionalismo en el famoso diálogo transcendente previo al final.
Paso brevemente a señalar lo, a mi juicio, meritorio:
- La tensión emocional sostenida a lo largo de la película. Incertidumbre, desconocimiento de la causa de la fuga, identidad de la mujer, etc..
- Banda sonora magnífica.
- Uso del Scope, secuencialidad y planos innovadores.
- Título perfecto.
- Contraste logrado entre ruralismo y modernidad.
- Buenas interpretaciones.
Sugerirles que recuerden el final de “Los Puentes de Madison”. Si no está copiado de éste, que venga Dios y lo diga. Es calcado. Igual de bueno, por cierto. Y acorde con el mensaje de las sociedades de orden que se nos quiere transmitir: Más vale “coitus interruptus” matrimonial frustrante, que amores y pasiones asilvestradas de riesgo.
No me resisto a sacar a la luz y criticar otra de las constantes universales, acrecentadas en los momentos actuales: La mujer nunca tiene la culpa de nada. Siempre es la victima. ¡Falso! La creación es cosa de dos. Y los problemas, también. Aunque sea discutible y, sin duda, circunstancial cuál de ambas partes predomina en términos existenciales o relacionales.
Y como lo cortés, no quita lo valiente, decirles que es una pena que Nastassja Kinski no salga más. El duende femenino que porta ¡Llena la pantalla!
Digna de figurar en mi página de “Mujeres con “Ángel”. Véanlas en esta Web. Sección: Películas / Actrices / El Ángel
Disfruten de la obra y siéntanla, sin dejarse llevar del todo, a ser posible.