Mi consejo seria: ¡Quédate con eso! Tienes derecho, pero más parece el canto del cisne que fuiste y ya no eres. Y no te gusta el reflejo del espejo. Quizás es, simplemente, que la decadencia duele. Parafraseo aquello tan bien recogido por A. Trueba en el poema de la iglesia de San Vicente en Bilbao. “Dicen que el cisne cuando muere canta. Y hoy tanto de mortal tu dolor tiene, que acaso es de cisne afeado tu garganta”
Tal vez, la petición sea un modo inconsciente de obligarnos a verte en tu esplendor incipiente de aquellos años. Tal vez, un pecado de vanidad juvenil que reclama penitencia. Quizás, una estrategia comercial… ¡Nosotros, encantados! Pero, flaco favor nos haces, quejándote, a quienes te admiramos entonces. A quienes participábamos de la reivindicación de los cuerpos, las miradas y los tactos libres. ¿Debemos sentirnos culpables de haber profanado tu gloriosa desnudez? ¿Tu mirada de frontera entre inocente y perversa? ¡Si Epicuro y el movimiento hippie levantaran la cabeza! ¿Hasta cuándo y dónde llegará el brazo tonto de la ley woke, ascética y abstinencial?
Con todo, hay esperanza. Este fin de semana he conversado amenamente con la generación siguiente a la mía. Varones y mujeres en torno a los 40 años. Con cabeza, vidas estables y buena formación. Y para mi sorpresa, todos y todas están hartos ya de las movidas woke. ¡A dios gracias! Creí que no viviría para verlo. Las ley física de que a toda acción sigue una reacción se cumple también en lo social. Materia y antimateria. Carne desnuda versus tapada. Cabezas abiertas y cerradas. Simples y complejos. ¡Alegrémonos de que sea de ese modo! Y hágase nuestra voluntad de libertad así en la tierra como en cielo e infierno.
Tu físico y semblante inspiraron la imaginación y el talento de creadores y poetas. ¡No lo estropees! ¡No hagas que nos sintamos culpables! “No fotis, nen” que dicen los catalanes, también cambiados. En castizo: “Esta no es mi Juana, la mía tenía pelo y ésta está pelada”.
Es lo que tiene acercarse a la jubilación. Pasamos a ser invisibles. Otra de las leyes del mundo. Vds. Perdonen la brutez, pero es que a este paso ¡prohibirán hasta el infierno! De verdad. Voy a quedarme con que sencillamente es que te has visto en estas fotos y sientes morriña. Normal. No hace falta que vayas al psiquiatra. Te entendemos y perdonamos.
¡Ojalá no te hagan caso! Seguiremos gozándote visualmente. Y lo harán las generaciones venideras. La carne y semblante de las diosas Ishtar, Astarté, Itzel, Lakshmi, Parvati, Afrodita, Venus, etc… no abunda. Se reencarnan exiguamente. Aunque es un hecho que, generación a generación, la especie mejora. En lo físico, que no en lo psíquico.