Seguimos primaverales, pese a la ola postrera ártica que anuncia querer congelarnos…
Comenzaré con la Y.rreverencia.
Centurias ha, que lo sentenció el refrán popular:
“Pecho temblón,
el crecido con biberón”
RECTIFICAR ES DE SABIOS… Traigo a esta nueva pagina, la demostración casi palpable de que “haberlas, aún las hay” . Mujeres naturales y sexys en las pasarelas, digo.
Pensaban que no quedaban más que seres acartonados de botox.
Desconozco si será por mucho tiempo, dada la epidemia desatada de cirugías crecepechos que reina desde hace bastantes décadas y se extiende imparable. Importa el parecer. Más incluso ya, que el tener. Puesto que un número muy considerable de féminas trae de todo y suficiente de serie; y en un montón de casos, no serían precisos los bisturís.
Deberían hablar más con los varones. Dudo que abunden quienes prefieran el plástico a la carne, aunque “haberlos, haylos”, también.
Tengo pendiente pedirle a un amigo que deje de enviarme figuras recauchutadas hasta de uñas, que, por lo visto le complacen, y yo las borro según me entra su wasap de salutación cada mañana, acompañado de una foto de esa clase repulsiva de clones de enormes mamas (talla 200 y copa F), labios idénticos (de influencer), y culos como globos, a punto de reventar todo ello.
Lo haré en cuanto supere el pudor de confesárselo, y me asegure de que no vaya a sentirse ofendido. Ya sé que los cirujanos plásticos, verdaderos luciferes, tienen mucha culpa, y que políticos y publicitarios intentan colarnos que “la comida a base de geles, hierbajos liofilizados y aromas de frasco” es mejor que la criada al natural.
Allá de quien se meta dos kilos de silicona entre seno y espalda, o del que pruebe y compre semejantes engrudos insípidos. Para gustos, los colores. Yo moriré con las botas quitadas y las quijadas apretadas sobre pechos y nalgas blandas que, del alabastro, únicamente, recuerden el brillo y el pulido.
Conste que puedo entender que parte de la seducción consista en saber venderse sexys.
Vean con atención buha esta selección de modelos visionables en You tube. La mayoría del 2023 en Miami. A todas luces, una maravilla de seres celestes.
A excepción de labios y pómulos, que será fácil que lleven algo de botox inyectado, la mayoría de las aquí desfilantes parecen tenerlo todo suyo y mostrarse cual las hicieron los dioses. Con alguna, sí atisbo porciones del cuerpo que pueden llevar recauchutado. En todo caso, no de forma grosera, y lucido con gracia.
Lo bello necesita de lo terrible” versaba Rilke. Y de la exageración y la sonrisa en flor, añado yo.
Atrás queda la época de las modelos anorexicas y suplementadas. Parecía que sastres y modistas necesitaban ahorrar en tela. Eso, o que la vanidad del culto a la belleza hacía añorar la delgadez propia, y a menudo exclusiva, del dulce pájaro de juventud
Dicho lo cual, en lo que a mi respecta, les repetiré la confesión de un pecado de ambición, hecho en otro post, y para el que no hallo penitencia ni consuelo, y requiero de forma compulsiva. Le sigue una constatación.
1.- “Sin tetas, no hay paraíso”.
2.- Bastan un par de dunas leves para adornar la feminidad.
Siendo, además, que los atributos convexos ayudan; cuales los de Kara del Toro o la esbeltez, elegancia y garbo de movimientos de la agraciada modelo siguiente del vestido marrón.
Y también, que las comparaciones ofenden y dañan la autoestima. La naturaleza no reparte los dones equitativamente.
Personalmente, también hubiera agradecido un miembro negro, pero salió rojiblanco… ¡Del Athletic de Bilbao!
En esta vida terrenal, hay que lidiar con lo que se tiene. Y no experimentaré con artilugios prometeicos. Honraré el hierro de la ganadería de origen mientras me sea fiel. Y cuando no, lo estimularé con grageas de vitaminas azul cielo.
Dada mi acusada tendencia a criticar a tirios y troyanos por cualquier causa mejorable, en algo tenía que ser de buen conformar. Una virtud me realza, al menos.
Pero que no se acompleje de más, la mujer que me lea y sea una tabla. Ya digo que es el pecado de un tonto regido por el planeta “Brutus 80 en vez de por Venus, aunque parezca lo contrario. De muy joven, dejé plantada sin explicaciones a “un gustoko”, por ese motivo. Un acto propio del mayor de los idiotas.
No desespero de que llegue el día en que me guste planchar y cuide mejor de los tejidos femeninos. Sean como sean. Será ya en el otro mundo. Aunque, quien sabe… Recientemente descubrí, asombrado, que pueden gustarme los grandes volúmenes. He borrado de mi perfil de Tinder la alusión a que no me complacían las gorduras. Nunca digas de esta agua no beberé; ni este cura…
Bien. Por hoy, basta de contar bobadas. Disfruten de las vistas. Son “High Class”. Y, ladies, sean benevolentes al juzgarme. No debe sorprenderos. A fin de cuentas, soy un varón y las mujeres decís saber con qué pensamos y qué materiales preferimos. ¡En algo tenía que ser simple!
Es grato comprobar que le lenguaje de los cuerpos es universal. Une a varones y hembras sin importar la raza, la orientación sexual, el idioma, la personalidad, la nacionalidad… ¡y hasta la edad!
La nostalgia de las parejas que veo abrazarse desbaratando el frio sobre las bocas, me lleva a evocar los versos del poeta:
“Está tan caliente el verano,
que hombres y mujeres,
en trenes de vapor,
andan por las nubes”.