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LA MUJER INDOMABLE (Shakespeare)

 

 

 

Cuando Shakespeare y el Gran Cine se encuentran en Italia, el milagro está servido. Séptimo arte en todo su esplendor. Lo dijo en castizo Belmonte respondiendo a una pregunta: “Un clásico es aquello que no se pué mejorar”.

En este film de 1967, el mundo, la mujer y el hombre se muestran tal y como son en general, pese a las apariencias. Una maldita y bendita comedia, leche hervida y bruto respectivamente. Mal que le pese a quien le pese. (Estoy al tanto de que el feminismo despotrica del bardo inglés) Allá ell@s.

El orgullo hace a hombres y mujeres, pero tambíen los deshace.

Al volver a verla luego de décadas, y después de la siesta -ofrecida a los dioses caniculares- he tenido la sensación de que los personajes de esta creación de Shakespeare publicada hace exactamente 400 años (1623) tienen algo que huele al Quijote de Cervantes publicado pocos años antes (1604) y que, seguramente, el autor inglés conocía.

Hay escenas estrambóticas en las que le protagonista parece el mismo Sancho Panza y en otras el caballero de la triste figura.  Práctica ésta del plagio que sigue vigente. A mi mismo me han plagiado. Una mujer cometiendo abuso de confianza con total descaro, alevosía y nocturnidad. Lo hace quien menos pienses. Creo que el propio García Marquez copió a Borges en “Cien Años de Soledad”.

Desde luego, el esquema argumental básico de esta obra se repite, con pequeñas variaciones en textos diseminados por Europa, Asia, y América precolombina. Uno de los más conocidos es el cuento “Lo que sucedió a un mancebo que caso con una muchacha rebelde” número 35, entre los incluidos en EL CONDE LUCANOR, de Don Juan Manuel.

¿Estamos pues, en los peliagudos asuntos de los choques varón/mujer, delante de comportamientos universales viejos como el mundo?

Sea como fuere, veánla y gocen. Disfruten de una buena traducción e interpretaciones, dentro de la fantástica puesta en escena.

Porque en 1967, las sociedades del Sur de Europa rezumaban festividad. Eran distintas a las actuales.

Y porque donde menos esperas, salta la liebre, y lo que era “No”, puede tornar a “Sí”, legisladores ingenuos que pretendéis en vano ponerle puertas a los mares infinitos y procelosos de las relaciones intersexos. Poner un poco de orden y mesura en los bajíos, es necesario; mucho, impediría navegar. Somos “realidades cuánticas”.

Taylor y Burton fueron exponente de cuanto digo. A los conflictos turbulentos de amor también se aplica aquello de “Quién lo probó, lo sabe”. Por cierto, a mi parecer, Liz estaba sobrevalorada como actriz. Quizás, por las otras abundacias que la caracterizaron. Sus registros son escasos. A menudo hieráticos. Richard si fue un actor descomunal. ¿Seré por estas confesiones acusado de misogínia. En estos tiempos oscuros, por más de dos.

Divíertanse con estos episodios incruentos y paradigmáticos de la Lucha de Sexos.

Conociendo la extraña relación de Willian Shakespeare con su esposa Anne Hathaway, bien pudo saber de ellos.