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SOCIEDAD CRIMINAL, S.A

Pliego de Cargos: “PRETEXTOS”… Y TEXTOS

 

 

Acusadores y Defensores: Una Selección de Autores

 

  Autor

Josu Bingen Fernández Alcalde

 

***** 

 

Niño que al mundo vienes, te guarde Dios.

…Los Humanos han de partirte el corazón.

 -Parafraseando a Machado, el poeta filósofo-

 

«Lo más requerido hoy en día no es una máquina,

ni una fortuna, ni una obra:

es una personalidad».

-Riesman-

 

 

 En una guerra,

 la primera víctima es siempre la verdad.

 

Con este ensayo, rindo armas al hombre avasallado y disminuido;

y por eso, bufón y sabio, escritor de verdades:

Don Miguel de Cervantes Saavedra, Quijote y Sancho.

 ………………………………

 

 A Montaigne, ejemplo de sensatez y pensamiento propio.

Y como él, en sus Ensayos,

“…amontoné aquí, una profusión de extrañas flores,

no proveyendo de mi caudal sino el hilo que las une”

……………………………

 

“La Verdad siempre resplandece al final;

cuando ya se ha ido todo el mundo.”

……………………………

 

—Sombrerero, ¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?

—No tengo ni la menor idea… “Bien Viaje”, Alicia.

-Lewis Carroll: Alicia en el País de las Maravillas[1]

****

—A Yolanda Rius, por encarnar, mejor que yo,

la máxima con la que comienza este trabajo:

“Tu defendas gladio, ego defendam calamo”.

(Tú defenderás este asunto con la espada; yo lo defenderé con la pluma.)

…Más que agradecido por su ayuda personal y sociológica.

—A mis hijos, pidiéndoles perdón por haberles traido a este mundo;

aunque estén vitalmente contentos.

—A los Sociólogos nómadas.

—A Darwin por no haberle dedicado un capítulo por razones de tiempo y espacio.

Confiemos en que las menciones que le hacen aquí otros autores

recojan su idea del origen.

—A Weber, en desagravio por lo mismo.

Reconociéndole sus trabajos sobre poder y autoridad legítima

y el concepto de  la “jaula de hierro” del hombre en sociedad.

—A Engels y Marx por considerarlos, SOCIÓLOGOS en mayúsculas.

—A las Víctimas.

 

  “Mirad que os envío como corderos en medio de lobos…”

 … Sean, entonces, astutos como serpientes

y prudentes como palomas.

 (Mateo 10.16-23)

 

 Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en los templos.

Por mi causa, serán llevados ante gobernadores y reyes para dar testimonio… 

El hermano entregará al hermano para que sea condenado a muerte,

y el padre al hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.

 Serán odiados por todos a causa de mi nombre, pero aquel que persevere hasta el final, se salvará.

 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en sta, huyan a una tercera.

Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel antes de que llegue el Hijo del Hombre.

GUIA DEL LIBRO

  

                                                                            A veces creía que tenía ideas propias;

alguna vez todos somos víctimas de tales ilusiones”

-Feyerabend

                                     

El ensayo está configurado compendiando y desarrollando, de modo concatenado, textos de creadores relevantes en la historia del conocimiento y de muy distinta adscripción ideológica, cuyas reflexiones críticas sobre la sociedad contrapuntean a los que, metafóricamente, llamamos “pretextos” de otros autores que consideran imposible cambiarla.

 Aunque es significativo que muchos de ellos, pese a tener en general visiones muy contrapuestas de los problemas de la sociedad, coincidan en sus apreciaciones respecto de la gran crisis de identidad e integración social que padece secularmente el individuo; máxime, el actual.

 Por así decirlo, cosemos los discursos de los distintos autores para ir guiando al lector hacia la tesis -deducible de los escritos de todos ellos- del enfrentamiento dilemático “individuo/sociedad” como uno de los principales focos de conflicto social general. El libro debe leerse normalmente, como si fuera de un único autor.

 Los textos han sido elegidos en función de su vigencia o defensa de la autonomía del individuo frente a la sociedad invasiva, y vamos desgranándolos, resumiéndolos y uniéndolos, de forma que tengan siempre continuidad con la tesis que mantenemos.

 Debe entenderse que las citas literales, no comentadas después, son reflexiones de los autores que no lo requieren, y que consideramos imprescindibles a la hora de reflejar e hilar el problema social general que estamos denunciando: “la sociedad” como un ente, a menudo, criminal con aspectos fundamentales de la individualidad humana.

 Indicamos siempre el libro y autor del que se extraen las lecturas, así como el número de página al final de la frase. Para evitar tediosidades académicas de escritura, hemos prescindido de los formatos de indexación formales, pero asegurándonos de que cualquier lector interesado puede encontrar los textos originales sin dificultad.

  

Este volumen sobre lo divino y lo humano del hombre, consta de tres grandes contenidos:

 —El Individuo y La Especie: Su Encuentro y Conflictos.

 —Tipologías de Hombres y Sociedades

—Presente y Futuro del Individuo y las Sociedades Humanas.

 

Los libros principales comentados son:

Salvador Giner. Sociología del Mal

Erasmo de Rotterdam.  Elogio de la Locura

Marc Augé. La comunidad ilusoria

Marx, Proudhon, Bakunin… La sociedad libertaria o comunista

J.A. Marina. La Pasión del Poder

Patxi Lanceros.  Fuera de la Ley 

Platón. El Testamento de Sócrates

Phillipe Brenot. El Genio y la Locura.

Maurice Godelier. Esquemas de Evolución de las Sociedades

Salvador Giner El origen de la moral

Emile Durkheim. La división del trabajo social

Sören Kierkegaard. Temor y Temblor

Friedrich Nietzsche. La genealogía de la moral

Sigmund Freud. El malestar de la cultura.

Sigmund Freud. Tótem y tabú

Paul Diel. Interpretación Psicológica de los Mitos Griegos

Taylor, I; Walton, P y Young, J. La Nueva Criminología

Peter Sloterdijk. Normas para el Parque Humano

Herbert Marcuse.  La agresividad en la sociedad industrial avanzada

Herbert Marcuse.  Eros y civilización.

Hobbes, Locke, Rousseau, Rawl… Las Teorías de Contrato Social

René Girard. La violencia y lo sagrado

Carlos Castilla del Pino. La incomunicación

J.A. Marina. Anatomía del miedo 

Caparrós, N.; Kaës, R.; et al   …Y el Grupo creó al Hombre

Peter Berger, Brigitte y Kellner Hansfried. Un mundo sin hogar

Jesús Ibáñez. Por una Sociología de la vida cotidiana

Liliana Amaya.  Grupos desagrupados. Evolución en la dinámica grupal

Michel Foucault y Jacques Leonard.  La Imposible Prisión

Michel Foucault. La Verdad y las Formas Jurídicas.

Jean Baudrillard. La Sociedad de Consumo

Carlos Gurméndez La Melancolía.

Byung-Chul Han. La agonía de Eros

Byung-Chul Han. Psicopolítica

Byung-Chul Han. En el enjambre

Byung-Chul Han. La Sociedad de la Transparencia

Byung-Chul Han. La Sociedad del Cansancio

Erwing Goffman. La presentación de la persona en la vida cotidiana.

Roger Bastide. Sociología de las enfermedades mentales

David Cooper. La muerte de la familia

David Cooper. El lenguaje de la locura

David Cooper. Psiquiatría y Antipsiquiatría

 

Junto a estos libros, proponemos al lector acercarse también a varios de los volúmenes señalados en la bibliografia. Especialmente:

Max Weber. La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo

Max Weber. Economia y SociedadGeorge Simmel. La Tragedia de la Cultura

Jurgen Habermas. Verdad y Justificación

Karl Jaspers. La Filosofía desde la existencia; Genio Artístico y Locura

Jean Paul Sarte. El Ser y la Nada

Por la importancia de la cuestión aquí debatida, muy poco tratada en los textos ordinarios, nos animamos a proponer este libro de lecturas comentadas como un texto leíble en el Grado de Sociología o Asignaturas de la materia. Lo mismo para temarios de Ciencias Sociales o de Humanística y Filosofía. Para facilitar su comprensión, se ha sobrepuntuado.

 Creemos que estudiantes y personas deben conocer la opinión de una parte importante de la Sociología que coincide en la tesis de que “la Sociedad” está en riesgo permanente de resultar criminal con parte de las singularidades características y valiosas de muchos de sus miembros, incluyendo la eliminación física o psíquica; y que, muchas veces, así resulta irremediablemente. En homenaje a todos ellos se ha escrito este libro.

Caso reciente de Romano Van der Dussen. 13 años en prisión por delitos de violación no cometidos y que, pese a descubrirse posteriormente pruebas exculpatorias de ADN, dilaciones sistémicas propias de funcionamientos burocráticos y mentalidades prejuiciadas -con la consabida alarma social-, además de los errores incomprensibles al uso y desidia de autoridades y “profesionales expertos”, lo han mantenido encarcelado nueve años después de saberse de su inocencia; al menos, en su caso más grave. Cual un Sócrates moderno, otra persona más destruida a manos y dictados de la sociedad. Pese a prometérsele beneficios carcelarios si confesaba la culpabilidad, se negó en redondo a reconocerse culpable. Su dignidad se lo impedía. “Soy cabezón”, dice. Esta vez, los chantajes habituales de la sociedad para lograr doblegar la cabeza de las personas, no funcionaron. Si, en cambio, el etiquetaje humillador: Recuerda: “Ni las enfermeras querían darme en mano las medicinas porque yo era un violador”.

 Comentar, finalmente, que este primer volumen sobre la criminalidad estructural encubierta de la sociedad -en cuanto principal organización social de “la especie”- ejercida cotidianamente sobre las personas como tales, se va a centrar, exclusivamente, en las razones sociológicas primarias que creemos pueden estar en la raíz de esa violenta confrontación sistemática entre sociedad e individuo (tácita o expresa; periódica o continua; local o global…).

 Pretendemos resaltar únicamente las dinámicas generales propias de relación/oposición entre grupos y sujetos, explicando su probable etiología, tal y como la conciben los autores seleccionados, y nosotros mismos.

 Por lo mismo, aun sabiendo de que su alcance se extiende a violencias de toda clase: política, económica, de género, racial, grupal, laboral, sexual…, no serán aquí tratadas. Ese trabajo queda para una ocasión posterior; incluida la intensa contribución de las confesiones o creencias religiosas a la relación “individuo/sociedad”, tal y como la estudiaron, profusamente, muchísimos pensadores: Tocqueville, Feuerbach, Marx, Weber, Durkheim, Freud, Jung, Simmel, Tönnies, Parsons, Eliade, Jaspers, Foucault…

 Son multitud las obras teatrales, novelas o películas que reflejan el drama cotidiano de la existencia individual humana dentro de sus sociedades, enfocado como lo hace este libro. El listado sería interminable -casi tan extenso como todas las biografias o los acontecimientos habidos- por lo que, aparte de las comentadas en el texto (El Quijote, Hamlet, Antígona, Edipo Rey, Doctor Zhivago, Ciudadano Kane, Fahrenheit 451, La Afirmación, El Jinete en la Onda del Shock, Matadero 5, Harrison Bergeron), nos limitaremos a sugerir dos films -reciente y clásico- a modo de material complementario.”Trumbo:La Lista Negra de Hollywood”, y “Espartaco”

 

 

PREFACIO

 La acusación de Sloterdijk a Habermas de haber orquestado una campaña contra él, acusándole de eugenesista, etc.. por su opúsculo “Normas sobre el Parque Humano”, parece dejar constancia de la muerte de la crítica y de su transformación en producción de escándalos: la escuela de Habermas se habría revelado como una versión socioliberal de la dictadura de la virtud, habría dejado ver su latente «jacobinismo»; su tendencia a hacer del discurso moral, agitación; de la mera sospecha, juicio, y de la denuncia, linchamiento moral.

 Estaríamos delante de un fenómeno, a la vez, semejante y contrario a Fahrenheit 451[2]. Una más de las clásicas y abundantes reacciones paradójicas humanas. En este caso, las palabras directas y audaces o los libros y autores originales, son vilipendiados por orden de “la autoridad”; quemados simbólicamente.

 Coincidimos con Sloterdijk en que algo huele a podrido en Europa. Constatamos que los academicismos filosóficos y sociológicos -e imaginamos que otras ciencias sociales- están intervenidos por el poder. Amansados, tal cual sostiene valientemente Sloterdijk. Desaparecidos. En Babia, dicho en castizo español. Lo indica, claramente, el éxito en prácticamente todo el mundo de los neoliberalismos y neosocialismos de mercados cuyos estragos casi nadie -entre los cualificados para hacerlo- discute.

 Al respecto de la polémica mantenida entre ambos pensadores, prologando su ensayo (2003), dice y pregunta Teresa Rocha, de una manera que hacemos nuestra, confiando que no se produzca una reacción semejante con las reflexiones del ensayo “Sociedad Criminal S.A.” que, salvando las distancias, se ha escrito por sentir los hechos sociales de modo semejante y necesitar seguir ahondando en lo que, a todas luces, es un fracaso de las Ciencias Sociales en general y de la Sociología española oficial, en particular. No tardaremos en sentirla revolverse incomodada en su asiento:

“Sloterdijk sostiene en su discurso que el «amansamiento» humanístico del hombre mediante la lectura obligada de unos textos canónicos ha fracasado ante la sociedad de la información y ante el cotidiano embrutecimiento de las masas con los nuevos medios de desinhibición; que el humanismo como ilusión de organizar las macroestructuras políticas y económicas según el modelo amable de las sociedades literarias ha demostrado su impotencia y se ha revelado, además, como una técnica para alcanzar el poder; que la nación, como subproducto de la escuela, y ésta, a su vez, como sucedáneo masoquista de la caverna militar, tiende también a su fin, aunque solo sea por la desmilitarización de la imagen del hombre que ha traído consigo la civilización; que ya no bastan las dobles valoraciones ni las distinciones entre sujeto y objeto o entre señores y esclavos, puesto que el predominante factor de la información las ha disuelto; que con el desciframiento del genoma humano y lo que supone de intrusión de lo mecánico en lo subjetivo, se ha superado la idea del sometimiento de la naturaleza por parte del hombre y su técnica, y hay que hablar más bien de eugenesia y de «antropotécnicas» (o del «hombre operable»

 “[ ] y que ante la urgencia de tomar decisiones respecto a las cuestiones que estos hechos plantean al género humano, no basta ya con una moralizante «candidez» humanista, cuando ni siquiera es suficiente la línea argumentativa de la «filosofía pastoral» emprendida por Heidegger, a pesar de su acierto en repensar la esencia de lo humano ya no desde su origen animal -como prescribe la cultura humanística-, sino más allá, desde su categoría como pastor del ser y guardián de su verdad.[ ]” 12

“¿Merecen estas reflexiones una repulsa implacable? -se pregunta Rocha- ¿Qué es, en realidad, lo que no se le perdona a Sloterdijk? ¿La elección de temas incómodos para la filosofía dominante en la academia, o la desinhibición con que se enfrenta a ellos?”.

¿Se nos perdonará la osadía de tachar a la Sociología de difunta, y a la Sociedad, de criminal? Confiemos que las críticas se hagan de frente y sin argumentos “ad hominem”.

 Y nos defendemos de la herida con una frase misteriosa de Nietzsche, citada por el alquimista Foucault (2011:18) en “La verdad y las formas jurídicas”, uno de los libros de bóveda de este ensayo. Un recorrido magistral por la historia presentando los momentos claves de la paulatina pérdida de soberanía de los individuos frente a la especie. Ilumina sobre la cruda consecuencia que supone, para personas y sociedades, el hecho de que, entre el conocimiento y las cosas, sólo hay -y puede haber- una relación de violencia, dominación poder y fuerza; una violación de las cosas a conocer, y no percepción, reconocimiento e identificación de o con ellas.

 “En algún punto perdido del universo, cuyo resplandor se extiende a innumerables sistemas solares hubo una vez un astro en el que unos animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fué aquél, el instante más mentiroso y arrogante de la historia universal”

 De este modo, debemos darnos por informados de que todas las Instituciones, incluida la Ciencia y -sobre todo- el Derecho y la Justicia impondrán, sin misericordia, los modelos de “Verdad”. Cuya creación será, por tanto, el producto de las estructuras políticas que no es, ya, que se impongan desde el exterior al sujeto, sino lo que es más grave: son ellas mismas las que lo constituyen. Léase: hacen y son “las personas”. Es aquello de “hay cárceles que han hecho carne dentro de nosotros“[3]. “Lo macro” es, a la vez, nuestro “micro” más íntimo; para más “inri”.

El Autor. Bilbao. Mayo de 2016.

*****

 

INTRODUCCION

En la actualidad, hay sobre todo orden donde no hay nada.

Es un fenómeno ausente.

-Brecht-

 

“Patere legem, quam ipse tulisti”

Sufre la ley que tú mismo promulgaste

 

 

Intentar practicar la Sociología recuerda a ejercer el oficio al que le hubiera gustado dedicarse a Gómez de la Serna; precisamente, el de “inspector de nubes”; elegido por el imaginativo escritor como símbolo del trabajo inútil, de un ocio tibio parecido al de quien se contenta con buscar violetas. Los dioses nos perdonen de semejante osadía.

 

Situándonos un poco más cerca de la tierra, podemos dedicarnos al ejercicio, también ocioso, de deconstruir alguno de los grandes relatos construidos respecto del hombre y sus circunstancias. De siempre conocido como filosofar. Es lo que haremos. En nuestro caso, intentaremos hacerlo con el concepto y fenómeno de “Sociedad” a través de desmenuzar prácticas que ayuden a desvelar mejor su naturaleza; procuraremos acercarnos a “su realidad” más que a “su propaganda”.

 

El libro es una llamada de atención a uno de los hitos románticos para los sociólogos y que la sociología prefiere ignorar y mantener vivo: el mito de “esta organización social humana” como gran ventaja; de “la Sociedad” como un logro incuestionable. Sin desmerecerla de otros méritos que le corresponden, la posición que se argumenta aquí, es que lo es, considerada a nivel de “Especie”, pero mucho menos a nivel del “Individuo” que, por el contrario, la sufre en grados importantes, de manera constante e inevitable.

 

Por fortuna, hubo muchos pensadores capaces de ponerlo en duda, aunque, por su atrevimiento, fueron empujados a la muerte, el descrédito o el ostracismo. Este ensayo va a devolverles la voz en directo. A escucharlos de nuevo en todo lo que tengan que decir al respecto, y comentarlos discretamente para situar al lector en las principales claves sociológicas a debate: “lo macro” (las instituciones sociales) contra “lo micro” (las personas), básicamente.

 

Los individuos, por nuestro relativo desvalimiento biológico inicial –incrementado tras el sedentarismo-, arrastramos las cadenas del clan, mucho más allá de lo necesario. Nacemos sometidos -durante décadas- a la patria potestad de progenitor y progenitora, de tutores vicarios o del Estado; quienes, no solo nos moldean y desarrollan como personas sociales, sino que condicionan o limitan muchas de las potencialidades, intrínsecas o adquiribles, que cabrían obtenerse. “Lo macro”, mil veces denunciado, imponiéndose sin remilgos a “lo micro”.

 

Los derechos colectivos de Estado o Familia[4] siguen estando -en muchos casos- por encima de los derechos individuales. Pese a los potentes frenos usados a partir de las revoluciones burguesas (con sombras cruentas de “especie”, además de sus “luces”), cabe decir que continúa aumentando la presión contra la singularidad de las personas y su capacidad real de toma de decisiones importantes para la sociedad.[5] Complicado crecientemente por el dilema “seguridad/libertad” que, a menudo, esconde intereses espurios.

 

Ingentes, pero poco fructíferos y, al final, restringidos y desviados de su sentido inicial, han sido los esfuerzos a lo largo de la historia por reducir el peso del Derecho grupal o Público y ampliar el de las Libertades Personales y parcelas conexas del Derecho Privado.

 

Aunque, como también se analizará en este libro, la Pre-Historia bien pudo caracterizarse justo por lo contrario. A saber, el dominio de lo individual, del hombre primitivo, soberano de sí mismo y de su linaje grupal, sin más ley que sus necesidades, deseos y actos al que hubo que oponer límites a sus excesos; en forma, precisamente, de organización social: de “Sociedad”.

 

Estos movimientos de corte homeoestáticos, circulares o pendulares, son característicos de la existencia y constituyen, como veremos a lo largo del ensayo, el laberinto de paradojas de las que el ser humano no puede -o no sabe- escapar. Los dilemas de la relación: Libertad/Convivencia. Los modelos: Liberalismo, Anarquísmo, Colectivismo, Democracia, Dictadura, Monarquía…[6]

 

Toda la historia es una muestra de estas titánicas luchas con resultados precarios siempre en diente de sierra. Retrocesos y avances de muy costosa aplicación registrados por la filosofía política; guerras, tiranías, monarquías o anarquias. Democracias, Senados y Parlamentos. Leyes, Constituciones y Derogaciones. El Derecho natural, nunca del todo implantado, ha sido cuestionado y, en un paradójico movimiento de boomerang, ha caído reducido bajo el peso del “iuspositivismo”; establecido, supuestamente, con intención de igualar derechos y deberes ante una misma ley que fuera la misma, y distributiva, para todos.

 

En la práctica, puede decirse que, tan solo, las esferas del comercio y la propiedad privada de bienes han eludido el destino de mercancía que alcanza a los individuos; el destino de fabricación estandarizada de ellos mismos; la unidimensionalidad de sus personalidad y conductas…

 

El arte de la peor sofística, disfrazada de Derecho, pero imbuida de mercantilismo ha tergiversado los conceptos y sometido a su lógica, multitud de características de las personas y las relaciones sociales. Ha convertido la guerra en defensa[7]. La educación en instrucción y los deseos en necesidades de consumo. Todo dentro de la misma extraña trayectoria que prometía y avanzaba, pionera, en derechos de libertad y retrocedía, después, en forma de deberes obligatorios, de uniformación: nadie tiene derecho a ser, y menos, a comportarse, de modo diferente.

 

Cualquier singularidad es sospechosa y además da mucho trabajo a los agentes de control social porque no es previsible, porque es rebelde a lo prescrito y se salta lo proscrito. Jóvenes que dicen no a las guerras, a la censura, al trabajo insuficiente o esclavizante. Que se niegan a estudiar faltos de proyección laboral, que saltan fronteras indocumentados, que se agrupan en bandas organizadas y compiten armados de tú a tú con los Estados y se toman la justicia por su mano o forman tribunales paralelos; que imparten enseñanzas heterodoxas o se establecen como sociedades “outsiders” paralelas durante décadas.

 

En infinidad de lugares y personas sigue vigente y, si cabe, con mayor intensidad, la ley de la selva. Una ley del miedo a ser devorado. Y las leyes de la terrible presión social ahormando idénticamente a la mayoría de los individuos, hurtando a millones, además de derechos importantes, parte de sus singularidades, que son abortadas casi antes de nacer, en aras de la igualdad de derechos y deberes[8]

 

Todo el orden social humanístico preconizado desde Sócrates o Platón continua sin ser establecido y, lo que es peor, ha sido aprovechado, ritualizado y convertido en una coartada; en un idealismo de festejo que sirve solo de espejo quimérico consolador. Pocos descubrimientos humanos significativos respecto a la sociedad se han producido desde entonces y casi ningún avance práctico se ha consolidado. Los inventos tecnológicos se han multiplicado por miles mientras que los convivenciales humanos apenas lo han hecho. La “polis” ha sido clonada y sucedida por la policía. Freud utilizado para tachar de enfermo y medicar al rebelde, en vez de a la sociedad. Durkheim o Weber utilizados: enfrentados por intelectuales en conversaciones sin fin de salón, nada más. “Lo macro” o “lo micro”. El huevo o la gallina. Kropotkin, Nietzsche o Marx demonizados. El superhombre, o el hombre, aniquilado por Dios, castas o vanguardias. Kierkegaard, Heidegger o Arendt angustiados. Habermas y Sloterdijk enfrentados. Las personas, generación a generación, sacrificadas por sus progenitores biológicos y sociales, por la sociedad del siglo XXI a la que llegan como al siglo I: ver el Prefacio de Sartre a la obra vigente “Los Condenados de la Tierra” de Fanon.

 

De poco sirvieron -ni sirven- la Biblioteca de Alejandría, la Británica o Francesa, ni la del Congreso norteamericano. “La especie” prosigue con millones de damnificados. Con unas sociedades humanas organizadas bajo el supuesto de la mejor protección y desarrollo de sus miembros, pero con unos resultados poco sustanciosos en términos de cohesión, salud, calidad real de vida…

 

En resumen, la argumentación del libro va a intentar sustituir las narraciones propagandísticas de “las sociedades humanas” hechas, incluso, por autores señeros que produjeron distintos relatos fundacionales de las mismas, pero coincidieron en concebir a los protagonistas como entes benignos para el desarrollo de la “la sociedad” y la cultura.

 

Ficciones, en general poco veraces, parciales, emocionales o metafísicas, con muchas resonancias comunes. En todas ellas, supuestamente, las acciones y sucesos vividos por los personajes fundadores, “salvan”, crean o re-crean “La Sociedad”. Principalmente:

 

  • la Horda Fraterna y el Complejo de Edipo. Relación conflictiva del Padre con su hijo. Una tensión universal, cuya correcta resolución instaura el pacto de la socialidad humana. Inaugura “La Sociedad”, según Freud.
  • La caída del Edipo-Rey Tirano, por abuso de poder[9], que dió lugar a “la Pólis” democrática griega, considerada el modelo de armonía social por excelencia: la primera “buena Sociedad”. -Foucault-.
  • El Totem como representación y encarnación “divina” de la estirpe y el grupo. La idílica fusión de “La Sociedad” con la Naturaleza.  -Durkheim-
  • El Edipo-Chivo Expiatorio, cuyo periódico sacrificio ritual refunda el orden social. Edipo y Jesucristo serían casos particulares de este modelo. -Girard- 
  • El Edipo-Renegado. El Mesias. Dos mitos con mucho en común. Ambos, hijos abandonados y hechos a sí mismos queriendo “salvar” a la Sociedad. Ambos, soberbios a su manera. Edipo desde la autoexaltación mundana y Jesús desde la autoexaltación trascendente –Diel; afín a Jung, o Adler-

 

Obsérvese la presencia, en todos ellos, del Sujeto arrojado desde el nacimiento a las batallas de un mundo completamente extraño al que tendrá que adaptarse si o sí, y en cuyo proceso resultará herido, en mayor o menor grado, si no muerto; debiendo, necesariamente, comprender sus claves: aprender a sobrevivir. Su periplo vital lo formará y transformará por completo, extrayendo de su singularidad potencialidades adaptativas múltiples, acordes o discordes (más probable) con su temperamento o carácter.

 

Desde una visión sociológica, intentaremos matizar esas tesis; aportar una suerte de “Principio Sociologista” -que bien podría llamarse “de Antígona”-. Complejo éste, también castrador del individuo neonato, del que es artífice y culpable la sacrosanta “Sociedad-Dios”, que tiende a reducirlo y convertirlo en ciudadano, disminuido para muchos años[10].

 

Frente al individualismo metodológico, se va a reivindicar el mayor peso ontológico de “lo macro” (la sociedad) frente a “lo micro” (individuo) en lo que a generador de realidad inmediata se refiere. Y, en línea extensiva a Girard o Foucault, se va mostrar al hijo-sujeto como la víctima sacrificada, generación tras generación, de modo imperceptible y habitual, a manos de esa “Sociedad” o sus “Poderes”.

 

Abundan los espacios y momentos donde, en contrapunto, se aportan los logros del agrupamiento social. Hoy, toca exponer sus calamidades. No estamos acostumbrados. Los sociólogos casi negamos, por principio, que hasta el más logrado orden social pueda no convenirle al individuo; suponerle, por sistema, sacrificio o retardo de parte de lo mejor de sus potencialidades. Hasta los teóricos del conflicto social insisten en su funcionalidad y cuando, preocupados, alertan contra su disfuncionalidad, lo hacen desde la óptica ilusoria de que -en algún momento- se ha perdido la armonía mítica, sin reparar en que esa Arcadia grupal nunca ha existido más que en la imaginación del sociólogo.

 

En la etiología del conflicto, junto a la presencia de otras fuerzas psíquicas dispares, elucidadas por insignes autores que veremos (Freud, Diel, Giner, Marina, etc…), puede también estar, con naturalidad, además de “la hybris” del Poder que describe Foucault, una de las tesis fundamentales de Girard: la rivalidad por mímesis. El sujeto desea el objeto porque el propio rival lo desea (1983:152)[11]. Intereses que convergen sobre el mismo objeto, se obstaculizan de forma mutua desencadenando el enfrentamiento. Los hombres son, siempre, parcialmente ciegos a esta causa de conflicto.  Cuestión muy importante, porque estos automatismos “naturales” hacia la rivalidad pueden explicar parte de la predisposición humana inextinguible a los conflictos, con lo que las felicidades humanas prolongadas no pueden ser otra cosa que utopías.

 

En general, considero un universal que las sociedades tienden a “disminuir” al individuo biológico por razones de miedo y poder o -peor todavía- en aras de convertirlo quiméricamente en un ser social mucho mejor. Los malos resultados están a la vista. No se me pida el esfuerzo banal de traer profusos datos[12]. Basten tan solo unos pocos: la mitad de las camas hospitalarias inglesas son, desde hace tiempo, psiquiátricas[13]. La pena de muerte por razones de opinión vigente en tantos países, las cárceles atestadas por doquier, los exilios masivos forzados, la explotación infantil y adulta, los asesinatos endémicos, las guerras recurrentes de sociedades que, en miles de años, y luego de millones de buenas palabras, ni siquiera han sido capaces de autoregularse, mínimamente, prohibiendo los asesinatos y bombardeos indiscriminados de población civil indefensa, los genocidios por razón de raza o creencia, los experimentos de eugenesia, las revoluciones “culturales” o lavados de conciencia y opinión, las censuras y exclusiones de todo cuño…La imaginación humana es prodigiosa; y sin fin, sus racionalizaciones. Todo vale. El sueño de la razón produce monstruos. No hay más ciego que quien no quiere ver… o es “mareado”.

 

El libro es una reflexión que vuelve a Herodoto: “la historia es una sucesión de venganzas” y las tragedias griegas de Antígona o Ifigenia. A Sócrates o Séneca condenados; a las clarividencias estereoscópicas de Hobbes o Rousseau; que retoma y modifica al Freud de “Tótem y Tabú” y de “El Malestar de la Cultura”. Se recupera a Foucault o al Marcuse de “Sexualidad y Civilización” y “La Agresividad en la Sociedad Industrial Avanzada”[14] así como a varias tesis de la Antipsiquiatría[15] que ya señalaban de modo correcto algunas de las funciones distorsionantes a largo plazo -por llamarlas benignamente- que cabe encontrar en las sofisticadas instituciones básicas de control social como la familia, la instrucción obligatoria, el trabajo obligatorio, la Psiquiatría, etc… Además de las instituciones groseras, propiamente represivas y masivas: Policía, Justicia, Mass Media…

 

La sabiduría popular, aquilatada durante siglos, recoge muy bien el sufrimiento secular de las singularidades de cada individuo ante el grupo. Lo que presocráticamente significaba tener raíces, luces, visión y, por ende, personalidad y derechos propios, ha derivado, por presiones endémicas de las distintas sociedades, en peyorativo: Del genio creador hemos pasado al “Es una persona con genio”, que se dice ahora.

 

El ensayo se inspira, como decimos, en las tesis de Girard del chivo expiatorio fundacional de las culturas[16], de Diel de personas concretas negadas -o autotrivializadas- y vilipendiadas; o de Foucault, con Individuos ebrios de Poder. Todas, figuras  generadoras/receptoras de ira y  odio…  Al fondo del cuadro enfocado, late toda la cuestión de la Historia del Cambio Social y la Modernización; el sobreprecio pagado con la moneda “Violencia”, a consecuencia -en parte- del desarraigo forzado de millones de personas; de su “enajenación”, en términos psíquicos o marxistas..

 

En definitiva: Naturaleza o Cultura… Individuo o Sociedad. ¿Es la sociedad, una gran mentira, una narración… o, simplemente, una verdad sociológica?

 

En esta idea, se recupera a Goffman como el sociólogo del sentido común; capaz de mostrar con llaneza que la persona social es irreal; una máscara, una fachada, un actor… en definitiva, el mecanismo de defensa del individuo para resistir a la presión social, a la sociedad. El ser humano, un animal perseguido por su condición de original y sus deseos y ansias de libertad desde el origen. Imposibilitado de descubrir su rostro bajo pena de esclavitud o muerte. Un fantasma oculto debajo de una sábana, que solo sale de noche o muy de cuando en cuando; algo así, como el mayordomo de Canterville de Wilde.

 

Es también, un homenaje a los socialismos libertarios españoles, británicos, americanos, africanos o caribeños… A Bakunin, Wright Mills, Escohotado, Graves, Chomsky y, en general, a todos cuantos no comulgan “porque sí” con ruedas de molino yugando el cuello[17]

 

Por considerarse, ya, un lugar común del acervo de conocimientos socio psicológico actual, no se va a entrar en explicar el desacuerdo unánime científico de la importancia de los factores “micro-macro”[18] en la constitución de las sociedades humanas y los desenvolvimientos entre “posición-status y rol” de las personas. Las discusiones constituyen desde hace décadas el grueso de debates de la disciplina de la sociología, psicología, filosofía…[19]

Las hipótesis al uso, aunque aún controvertidas[20], sitúan a la cooperación, forzada o voluntaria, en el origen de la mayor revolución socio-evolutiva de la especie humana: la sociedad neolítica ganadera, y el modo asiático de producción que fueron dejando atrás a las sociedades de cazadores-recolectores, pastoreo y, posteriormente, agricultura. Este apunte de voluntario o forzado, no es baladí, dado que ejemplifica que ya en el origen de las sociedades humanas están la explotación, la esclavitud, la asimilación o la integración del individuo con o sin su consentimiento. Esta reflexión sociológica quiere detenerse en los costos terribles, pocas veces señalados, de la socialización primaria y las adscripciones de rol; fijas, desde tiempos inmemoriales.

 

Obviamente, nuestro ensayo, crítico con la sociedad conformadora a presión de las personas por encima de partes sustantivas de su individualidad biológica, focaliza etapas muy posteriores con las sociedades ya consolidadas en procesos generales o instituciones específicas de socialización, si bien -por definición- la tesis tiene sentido y es extensible a la primera sociedad humana que es el clan familiar de tres personas o más. Primer ámbito puro en el que un individuo es socializado por sus ascendientes directos.

 

Narrativamente, dado que la tesis que sostenemos -salvo en la contundente adjetivación a la sociedad como “criminal”-, no es para nada novedosa, sino que ha sido cientos de veces expuesta de forma directa o indirecta, vamos a desplegar todos los discursos del libro recogiendo las muchas citas y trabajos hechos al respecto por  autores que lo vienen denunciando sin solución de continuidad, desde el principio de las reflexiones humanas: el drama nunca resuelto de infinidad de sociedades pasadas y actuales. Por lo general, autores condenados al descrédito y el ostracismo o convertidos en Chivos Expiatorios por la fuerza de mayorías o minorías poderosas: “la demos” contra “el genio”.

 

La primera cuestión que en este ensayo se va a analizar y debatir es la modalidad fundamental del debate “micro-macro”: Si lo que llamamos y consideramos persona humana adulta, perteneciente a una comunidad de congéneres de la misma especie, puede considerarse, en lo principal, un ente individual o si su inserción social inicial en el grupo primario transforma, sucesivamente, su entidad animal hasta volverlo un ente mayoritaria y sustancialmente social. Nuestra posición pone el énfasis en los límites “macro” que se oponen con nitidez al Individualismo Metodológico.

 

Paradójicamente, no hablamos ya de un simple envoltorio social, tipo “desempeño de rol”, sino de una metamorfosis al revés, En este caso, la mariposa es obligada a retroceder al estado anterior de ninfa y recluirse de nuevo dentro del caparazón bajo la presión, mucho más sociopoiética que autopoiética, que lo modifica por completo, no permitiendo su expansión de otro modo que constriñéndolo, y no dejando visible, de su naturaleza individual y virginalidad inicial, más que la envoltura corporal biológica[21] y las potencias que cada época considere “razonables”.

 

La tesis es una extensión a la de Girard, que subsume y matiza en parte. El “chivo expiacional” -un fenómeno constatable-, fundacional a todas las culturas, es el ritual o el momento simbólico crítico de esa fundacion porque, efectivamente, chivo expiatorio, lo somos todos. Cada hombre es sacrificado, muerto, no solo en los momentos y de la manera que -cuenta él- que sucede durante las crisis, los conflictos explícitos o los tiempos revolucionarios, sino que es así, en lo físico: desde el principio de su nacimiento, se mata como a un chivo al animal humano para dar lugar a una nueva especie sociogénica de robot social que llamamos “persona”. A este sociólogo no le caben dudas de que, en el origen de la persona adulta, está “lo macro”, la sociedad. “Lo micro”, la individualidad intrínseca le es, si no lobotomizada, si quimioterapizada: sus tumores individuales “sobresalientes” son reducidos a la mínima expresión. En la gran mayoría de personas. Las excepciones, apenas serán visibles en los chequeos. Y como con los cánceres, serán consideradas residuales… hasta el fallecimiento.

 

Esto le sucede y se hace con cualquier hombre, así sea el hijo Churchill, o de un obrero. Hasta el hijo de un magnate es desposeído con crudeza de su individualidad, si bien, luego, en el club de campo podrá ejercer más libremente ciertos grados de singularidad que al “otro” -sin pedigree- le estarán prohibidos: irse a Thailandia a fumar opio bajo palmeras, o a burdeles selectos, etc..

 

La segunda tesis que aquí se sostiene es que, por ende, esta metamorfosis gradual se va a efectuar mediante enfrentamientos brutales entre la animalidad individual y la horma domesticadora social. El proceso, no siempre finalizado de manera satisfactoria para ambos entes y objetivos, va a tener grandes costos en renuncias sustanciales y desgaste bio-energéticos de toda índole. El conflicto “individuo-especie” se resolverá con normalidad, saliendo vencedora “la especie”; esto es, “lo macro” doblegando a “lo micro”: El primer Edipo a solventar con éxito, con muy pocos años, para poder vivir en sociedad.

 

El ente individual, lo quiera o no, será dividido a la fuerza, obligado. Este ensayo acepta la tesis de que el sustrato individual ontogenético permanece vivo en el interior de la persona socializada pero consciente -y la palabra se utiliza con toda su extensión y rotundidad- de su reclusión necesaria para sobrevivir en el entorno social donde ha nacido o ha sido, figurativamente, asesinado en una considerable proporción cualitativa de su condición biológica inicial y pulsional como individuo. De nuevo, Goffman, Cooper, Lacan o Freud, presentes. Todos sabremos que tendremos que usar máscara.

 

Corolario: Lo terrible de los dos procesos señalados es que, fijándonos en quiénes son las mayores víctimas de este orden social, que da la orden de exterminarlos bajo el lema “matar al individuo para crear al ciudadano”, descubriremos, cuando menos, dos clases de chivos:

1.- Los individuos transformados directamente en robots por socializaciones rígidas[22], vaciados de toda singularidad y cuyo desperdicio social potencial jamás conoceremos. Seres en apariencia vivos pero que viven relativamente idiosincrásicos (autónomos) poco más allá de los treinta años; el tiempo que se tarda en someterlos por completo y unirlos al engranaje sistémico informático, como bien muestra Byung.

 

Esta clase de robots humanos, pese a sufrir crónicamente de penurias de toda clase, aguanta en pie bastantes décadas gracias a que el sistema se ha dotado de métodos paliativos para restañar sus, siempre, dañadas psicologías[23]: desde los artefactos de control foucaultianos hasta los manuales de ayuda y control psiquiátrico o la gastronomía, pasando por la zanahoria del mes de vacaciones anual o las gratificaciones extraordinarias (medalla al trabajo, el sueño americano, etc)[24]. Su explotación es completa desde el principio, hasta el final en residencias de pago o en exequias.

 

2.- los individuos “chivos expiatorios”, propiamente dichos. Sacrificados de adultos por no cumplir bien el standard prescrito.

 

En esta categoría, las diversas soluciones, intentadas por los protagonistas agredidos, originan muchas subdivisiones -incluso solapadas- , aunque con el denominador común de grandes costes de sufrimiento individual a todos los niveles:

 

  • Integración Instrumental (Científicos hiperespecialistas):Leonardo da Vinci
  • Militancia: Miguel Hernández, Mariana Pineda…
  • Aislamiento/Exilio:Arquímedes, Galileo, Zola, Türing, Brecht, Zola, Chaplin
  • Aislamiento intelectual simonita (Superdotados): Tesla…
  • Sublimación Artística: Lorca, Machado, Malevich…
  • Enfermedades crónicas: Neurosis, Depresión, Somatizaciones…
  • Enfermedad Psicosomática de desenlace fatal: Cáncer, Cardiovascular…
  • Suicidio: Sócrates, Séneca, Zweig…
  • Asesinato[25]: Tomas Moro, Giordano Bruno, Servet…

 

Paradójicamente, esta clase de chivos, antes de resultar muertos o ser sacrificados, crearan “trending topics”: Revoluciones (Espartaco, Cristo, Mandela, Ghandi, Luther King…).

 

A poco que nos fijemos, y como era deducible por todo lo que estamos argumentando, veremos a menudo que los chivos expiatorios eliminados -explícita o implícitamente- y que las sociedades asesinan de modo periódico, son de la clase “individuo único”. Menos uno, que es colectivo: la adhesión militante. En la práctica, el único, virtualmente, capaz de articular una salida al laberinto hacia una organización social nueva. Solo que, al precio, nuevamente, de renunciar a importantes cuotas de individualidad y con riesgo de perder la vida, caso de purga política. Otra vez, el dilema irresoluble. La entelequia, de que sea posible mejorar “la sociedad”. Cuando menos, desarrollaremos hasta donde podamos el tema a discusión.

 

Abordando ya las cuestiones, fijamos un axioma respecto de la pregunta fundamental que nos ocupa: ¿Ente Individual o Ente Social? Y nos posicionamos a favor de salvaguardar y recuperar el ente individual de los abusos seculares de la colectividad.

Hacemos notar que la división del hombre, entre su animalidad y el entorno o grupo, remite a la distinción entre el yo interior y el mundo exterior, entre sujeto y objeto. (Marcuse 1981, citando a Brown pág 89)

 

Como está reconocido, la publicación de “El malestar de la cultura” y, en general, todas las obras de Freud supusieron mucho más que un punto de inflexión en la historia del pensamiento humano; supuso la ruptura definitiva de las weltanschaung, “los mundos” del antiguo régimen. Un cambio de paradigma civilizacional que, a la par, explicaba los límites a la ilustración y la razón. Todo el siglo XX sociocultural quedó marcado y condicionado por él. Restauró la circularidad, ayudado por Nietzsche y los padres fundadores de la sociología; muchos, economistas devenidos en reformadores sociales vocacionales.

 

La animalidad es el individuo, predominantemente. Toda la potencialidad vital del ente humano, pese a tener dentro caracteres onto y filogenéticos. Es un ser por completo autónomo en lo biológico. Solo en los comienzos de la existencia embrionaria es individual. Estrictus sensus, puede decirse que el individuo muere en el momento de nacer; por no decir, que en el momento de ser concebido y pasar a formar parte de un entorno terrenal, aun dentro del útero materno, que también es un entorno ya sociogrupal. Hasta entonces, prima su individualidad ontogenéticalo que quiera que sea ésta[26]-. A partir de ahí, se irá transformando sucesivamente en “su grupo”. Como “individuo virgen”, dura un instante después de la concepción. Justo el tiempo de entrar en contacto con el grupo familiar de origen; máxime, tras el nacimiento. 

 

Aunque pueda desconocer “para qué” está: el grupo ya tiene un orden establecido para él. Es un orden de dominación. Al nuevo individuo lo va a encorsetar. Le va a imponer un status y unos roles que no va poder eludir (otra cosa serán los procesos de equilibración de roles, en los equipos, en los grupos…). A nivel individual, la persona que entra en un grupo va a ser domesticada, sometida; se le va a asignar un rol dentro del grupo y el status social externo de su grupo, junto a determinadas tareas. Puede aceptarlo o no. Pero si no lo acepta su esfuerzo de ir contracorriente va a ser colosal durante toda su existencia, hasta llegar, posiblemente, a neurotizarlo.

 

¿Qué es lo que “pega” al individuo al grupo? ¿Cuál es el pegamento que mantiene la aparente unión?: la necesidad y los vínculos. De alguna manera, el individuo, una vez preso de esos vínculos, no va a poder soltar esas amarras con facilidad. Desde el Síndrome de Estocolmo hasta el fenómeno de la Facilitación Social lo van a condicionar. Las vinculaciones van a hacerlo uña y carne de ese grupo. No va a poder liberarse sin pagar un precio altísimo para su supervivencia. Va a ser etiquetado, condenado…; se le va a privar de recursos, sufrir toda clase de ataques. Incluso, va a entrar en juego la ley de la recompensa: El costo va a ser mucho mayor que el beneficio. Y acabará optando por soluciones de componenda, aun a su pesar. Lo que provocará, a su vez, neurosis o esquizoidias: la ambivalencia de sentimientos respecto del grupo.

 

Puede decirse que el grupo es como una unidad orgánica Hay simbiosis celular. Nuevamente “lo macro” más que “lo micro”. El individuo no existe, sino el grupo (Caparrós). Esta es la unidad mínima existencial personal. Sin ella, de sobrevivir el ente individual, sobreviviría como animal singular en interacción más o menos autista con su medio natural; influido y modificado por él, pero con mayores cuotas de independencia de acción y emoción respecto a los congéneres humanos socializados insertos en grupos familiares.

 

Se iniciará, así, un proceso de tira y afloja entre grupo e individuo del que la persona disidente acabará siendo expulsado o marginado…; siendo dejado en los márgenes. O empieza y es capaz de adaptarse, o terminará sacrificando su individualidad -salvo que su situación le permita una organización y acumulación de fuerzas-.  Saldrá del grupo o entrará en otro opositor, que le exigirá, igualmente, sacrificar su individualidad como condición para permanecer en él.

 

Lógicamente todo el proceso de una persona empieza remitiendo a un tipo de orden establecido por alguien; esto es, le interesa a ese alguien, que favorece la dominación en beneficio suyo. Hay toda una regulación política.

 

Estaríamos, en última instancia, hablando de “socialismos” de clan frente a “capitalismos” de individuos anónimos. Un hombre ahormado, adoctrinado o presionado para aceptar la estructura dentro de la que vive su grupo…; que se permite otro tipo de relaciones con el entorno: más de comuna, de compartir o discrepar cosmovisiones; no solo libertades para consumir o mercadear.

 

Antes de eso, está la familia, el grupo primario que reproduce los esquemas sociales generales. Hay un páter de familias, un reparto de tareas. Hay una independencia, mayor o menor, en sus miembros respecto del uso de recursos económicos… Hay todo un complejo conjunto organizacional: posiciones sociales, roles, funciones, tareas, disensiones, resolución de conflictos… Ese es el modelo. Es como una configuración básica de organización que trasciende los modelos particulares (socialismo/capitalismo).

 

¿Cabe hablar de un cuerpo de organización común a todas las organizaciones con un mínimo de relaciones, de redes, que optimizan algún tipo de resultados? ¿Ese mínimo de objetivos de supervivencia de cada grupo inserto en una sociedad mayor?

 

¿Cómo adaptan, con reciprocidad, sus fines y medios?… ¿Cómo se inserta eficiente o des-eficientemente en esa sociedad general?

 

O sea, el individuo se ahorma a un grupo, que a su vez se ahorma a una región, que a su vez se ahorma a una nación, que a su vez se ahorma a… Ese tipo de inserciones, de Matriuskas dentro de organizaciones mayores, va a marcar el tipo de socialización inicial que recibe el individuo.

 

¿Dónde fijarse en el libro? En ese mínimo organizacional que es la familia, porque ahí va a estar la clave, por mucho que dependa de un sistema “equis”. Independientemente del régimen capitalista o socialista, ese grupo es el que va a caracterizar al individuo. El que lo va a “asesinar”.

 

El ejemplo más claro es que el “lavado de cerebro” al neonato efectuado por cada grupo, es general e inevitable. El caso particular de la persona que, siendo de otro ejército, es aprisionada y asimilada, nos sucede a todos cuando llegamos a este mundo.  Somos adoctrinados por el grupo donde hemos nacido. Y es, también, el caso extremo de los príncipes o princesas reales; obligados, por sistema, a ser el personaje que les asigna “lo macro”, lejos de algunos de sus deseos o virtualidades más sentidas, que importan menos, si es que alguien llega a preguntárselo. Una condena de por vida; por mucho que las haya peores.

 

No pongo en cuestión si estos “lavados” son necesarios, buenos o malos, evitables en parte, o inevitables; si la pérdida de la animalidad inicial es el precio que el hombre debe pagar para sobrevivir mejor en un grupo cultural a las adversidades de un entorno. Soy consciente del dilema, como he expuesto antes. No sé juzgar si se puede hacer de otra manera. Describo lo que sucede y explico o fundamento en ello, buena parte de los dramas que arrastra cualquier individuo y cualquier sociedad. Pero es importante destacar cómo esas supuestas ventajas que se logran socializando a los individuos a medio y largo plazo tienen, también, costos y consecuencias finales brutales.

 

En multitud de ocasiones –aunque, tal vez, ese sea el objetivo factible y realista planteable por “La especie”-, parece que inicialmente funciona -de 20 a 30 años- conseguir mantenerse unido a un clan[27]. Sin embargo, con el tiempo, las disgregaciones o crisis individuales, familiares, de comunidades o naciones, suelen estallar en mil pedazos de manera inesperada, o por razones pueriles.

 

Hacia el final de sus vidas, casi todos los individuos -en algún momento- entran en grave crisis, presumiblemente, por razones originadas en graves deficiencias de la socialización primaria o secundaria, que habrían podido evitarse. Se producen quiebras personales con unos costes emocionales y sociales enormes[28]. Muchísimas personas terminan -por este motivo- malviviendo, sufriendo de aislamiento no deseado, aplastamiento vital, etc..[29]. No todo son ventajas por constituir sociedad.

 

Sí parece ser cierto que hay una proporción pequeña de personas que, por la vía de lo excepcional, consiguen poder expresar parte de su individualidad de manera socialmente aceptada y sublimada: pintores, músicos, arquitectos, escritores de éxito, empresarios… Pero ellos mismos, desconocerán u obviarán que solo en esa faceta pueden desarrollar la individualidad; porque, en las otras, la animalidad, sus llamados instintos vulgares o bajos, y otros consustanciales a su temperamento o carácter, estarán igualmente reprimidos en importantes aspectos de su vida personal o social.… Otra cosa es que, en su balance de ventajas y perjuicios, salgan ganando y, en las esferas de la intimidad, puedan ejercitar sus represiones de cuarto oscuro y demás, por mor del trueque consentido socialmente a la excepcionalidad. Caso de la excentricidad de los considerados genios, artistas, etc..

 

Cabe preguntarse si hay personas normales que logran permanecer durante toda la vida sin mayores conflictos aceptando el rol adscrito. Tengo mis dudas, pero, desde luego, parece y se afirma que son la inmensa mayoría… Habría que ver cómo somatizan, qué tipo de enfermedades tienen, etc… Cómo consiguen sublimar sus instintos de manera que no agraven la neurosis general que, según Freud, afecta a todos los individuos. El Vienés es el primero que descubre el concepto que estoy señalando. Resulta obvio que estos son datos que casi nadie investiga. En parte, porque el asunto se acepta -interesadamente o no- como una verdad de Perogrullo, incuestionable.

 

Todos los mitos griegos estudiados de Diel son el reflejo de “la doma” que se está produciendo del individuo. Lo mismo, el libro “Los genios y la locura” de Brenot, y cientos de biografías que resaltan regularidades sistémicas de ese tenor. Los trastornos crónicos psicológicos de las personas normales vienen a indicar una cosa parecida. Y también, los terribles choques psíquicos contra los que luchan y se estrellan las individualidades más fuertes. Los fenómenos del chivo expiatorio o los síndromes generalizados de indefensión adquirida, dan cuenta de lo mismo.

 

En este ensayo, será importante rastrear las pistas que delatan estos conflictos humanos. Las primeras, desde luego, van a estar en la Justicia; va a poder verse cómo se hace daño desproporcionado a los individuos sin que éstos puedan rebelarse. O todos los tensos temas alrededor de la sacrosanta propiedad privada. Cuando un hombre tenga hambre y no pueda comer las manzanas del bosque porque sería encarcelado. Cuando lo detengan por cruzar una frontera… Ese tipo de instituciones sociales represoras que, al final, obligan a vender la fuerza de trabajo y el alma al diablo. Ahí estará la huella de cómo a lo largo de la infancia, la adolescencia y la primera adultez -principalmente-, no pueden lograrse medios de subsistencia fuera del orden social establecido. Incluso, siendo un especímen fuerte de 30 años. Si lo intenta, será violentamente reprimido o eliminado[30].

 

Esas serán las huellas de cómo se siegan animalidades positivas y elementales del hombre -con arbitrariedad cultural-, sin que estén claras las razones: prohibición de poliandria o poligamia, apropiarse de lo poseído en exceso por otros, etc… Damos por hecho que todas esas sanciones que lo evitan son naturales y tienen que ser así, mientras que las citadas carencias o deseos, no se consideran tales. (Ver Foucault)

 

Pero en el libro debemos fijarnos, también, en el por qué, en algunas personas, eso no se consigue bien en la infancia. Ahí donde, el aniquilamiento exitoso de “lo individual problemático”, debe producirse, como muy tardíamente, para los dieciséis años (a cargo de la primera socialización). Para entonces, la persona a ser “domada”, amansada en términos de Sloterdijk o Nietzche, debe serlo ya. De lo contrario, el fruto será un individuo animalizado, un hombre anómico; un héroe primitivo y soberano; quizás, un grupo contestatario. Por lo tanto, un grave problema social, dicho con ironía.

 

El ensayo intenta hacer una síntesis de buena parte de estos procesos, tal y como los recogieron autores señeros a lo largo de la historia, y muestra que existe una comunión de diagnóstico para los grandes problemas del hombre. Así como insiste en desvelar lo que trata de ocultarse: Que merecería protegerse más al hombre de “la sociedad”.

 

La función de los grupos resistentes, la militancia política, es muchas veces, el caso especial organizado para resistir, y tiene detrás un modelo de hombre que se niega a ser hipersocializado o esclavizado en parte, proponiendo un tipo de hombre más libre. Todas las ideas de comuna o revolución hablan de un “hombre nuevo”, precisamente en reacción al destrozo que sienten, se está produciendo en ellos, y quieren evitarlo para sus hijos. Salvando, por supuesto, todos aquellos intentos de acumular más poder, etc… que originan subdivisiones organizacionales que poco tienen que ver con la tesis que aquí se defiende, -o mucho- si se entiende como proceso de implantación de animalidades egoístas primarias. Todos esos grupos que conocemos desde antes de Roma que se apartan del orden impuesto.

 

Porque, esa es la paradoja. En ellos está también, la semilla de la brutalidad cíclica que son las sociedades mayoritarias en cuanto logran imponerse: “Los delincuentes de hoy son los filósofos de mañana” que sentenció Durkheim[31]. Y éstos, después, voluntaria o involuntariamente, Tiranos de Siracusa con los neófitos[32], o con sus progenitores, como Edipo.

 

Pero en la actualidad, es destacable la ausencia de paradigmas alternativos; de imaginación sociológica. Nunca mejor dicho, porque se trata de decir que no abundan los sociólogos, filósofos intelectuales o artistas capaces de articular un discurso coherente y bastante completo de nuevos ordenes sociales, con mucho más desorden aceptado y valorado, y no dependientes del consumo -la demanda- como motor de las sociedades[33]. (Sin dejar  de reconocer que el consumismo aporta cuotas de libertad impensables en los austerismos sociales de antaño).

 

Faltan Ciencias Humanas independientes, como contrapoder. No existen. Solo funcionan como tertulia. Si acaso, algo el Periodismo, pero está, también, intervenido

 

La Intelectualidad de las sociedades calla. Por ejemplo, se echa a faltar -proviniente de los economistas-, toda la reflexión que revelase los enormes costes añadidos al mantenimiento del sistema social neoliberal. Desde los ecológicos irreversibles hasta los humanos, igual de dramáticos e irremplazables. La lógica del mercado lleva paradójicamente, a la extinción de la especie. Acabó ya con los caballeros, con el honor y, con el temor de Dios[34]. Su misma ambición, terminará con el Planeta. La libertad económica está falleciendo de éxito. Ella misma va a ser su propio verdugo. Nadie se atreve a limitarla. Y quién lo hizo, se excedió y fracasó. Léase, Anarquismo, Comunismo..

 

Si las teorías liberales supusieron la liberación de “las partes económicas” del hombre, y las socialistas, la defensa de los mínimos existenciales garantizables a cualquier persona, cabe concebir la utopía de una Era más dedicada a cuidar y salvaguardar mejor las potencialidades de los infantes (“sin habla”), y posibilitar, en paralelo, los mínimos vitales elegidos por cualquier adulto; una mayor posibilidad de realización de sus facultades integrales.

 

En el trasfondo del contenido del libro que introducimos, está la idea de que la historia de la humanidad puede visualizarse como un péndulo moviéndose cíclicamente de un lado donde predomina “el individuo” a otro de prevalencia colectiva, y vuelta. 

 

La oscilación entre uno y otro, nos da la imagen de los continuos de periodicidad alterna que, creemos, constituyen las sociedades humanas:

 —Individuo/Grupo 

 —Comunidad/Sociedad[35]

 —Micro/ Macro[36]

 —Individuo/Especie[37]

  

Así, por ejemplo, como momento histórico situado en el lado individual, tendríamos la Grecia de los héroes-guerreros, anterior a la Pólis de ciudadanos “regulados”, que sería su opuesto (aunque durante un tiempo mantuvieron buena parte de las antiguas potestades de soberanía personal y participación política modélicas).

 

A un nivel de observación más amplio, esta misma Pólis comunitarista puede verse como “un momento individualista” en comparación con el vasto y controlador Imperio Romano.

 

Similarmente, el cristianismo primitivo, antecedente del Sacro Imperio Católico de Carlomagno o Felipe II; las revoluciones por la igualdad francesas, o la Constitución americana constituyen hitos “cuasi-individualistas” en comparación con Instituciones como la del honor colectivo de los samurais japoneses, el liberalismo capitalista opuesto al colectivismo soviético; el anarquismo frente al nazismo… y así sucesivamente.

 

A efectos de una mejor lectura y comprensión, este es el modo pendular “individualismo/colectivismo” en el que hemos organizado el índice y concatenado el libro hasta las partes V y VI, que recogen, ya, la vision y el retrato común desesperanzado del hombre actual que tienen los diversos autores a partir de la caída del telón de acero, sobre todo; visto como el fin de la utopía contemporánea de una especie, incapaz de alcanzar la armonía colectiva.

 

Con el postmodernismo de los años sesenta-setenta del pasado siglo XX, el péndulo cambió de nuevo al lado individualista mientras que, ahora, todo indica que estamos en vísperas de una vuelta a “lo colectivo” pero con un cambio de paradigma: los dos lados del péndulo han pasado a ser, respectivamente: 1.“Nihilismo” -más que individuos esperanzados y orgullosos- y 2.“Idiotización-Robotización” del género humano. Eso sí, disfrazada de libertades de consumo.

 

Hasta el punto de que el hecho mismo actual de consumir masivamente -El Consumismo como Pulsión- no es sino la ritualización, la mera liturgia, vaciada del fondo de los grandes contenidos simbólico-emocionales de antaño, entonces ligados a las preocupaciones y valores supremos, las deidades, etc…

[1] Así como “El Quijote” simboliza la lucidez del varón anciano respecto de los males e injusticias y su deseo fracasado de combatirlos y mejorar el mundo, “Alicia en el País de las maravillas” representa la misma idea, pero victoriosamente, y desde el punto de vista de la nueva generación; añadiendo, además, dos rasgos importantes de la modernidad: la mujer como protagonista que se libera de las cadenas de la sociedad combatiendo contra el poder establecido (familia, costumbres, monarquía inglesa…) y respeto por la naturaleza. La “gran cantidad” de sociología escondida en las dos historias, bien merece sendos ensayos. Por ambos motivos están en este libro.

[2] Notorio libro distópico de ficción de Bradbury (1953),  con película ad hoc y obra teatral muy representada, que imagina una sociedad en la que -por orden del gobierno- se queman sistemáticamente todos los libros y se priva de ellos a las personas porque “no dicen nada”. Por descontado que, además, se persigue a los escritores para exterminarlos.

[3] Foucault, va en esto más lejos que el Marxismo. Llama la atención sobre que las condiciones políticas y económicas de existencia no son un simple velo o un obstáculo que el sujeto de conocimiento puede/debe superar sino aquello mismo que hace a los sujetos y en consecuencia, que establece las relaciones de verdad. Define “qué va a se la verdad”. Con ello quiere resaltar que una historia de la verdad solo será posible para nosotros si nos desembarazamos de visiones pasivas y “buenistas” de las personas. La duda es, si eso es posible; porque es una contradicción y dilema irresoluble.

[4] Familia viene de fámulos, siervo.

[5] Las libertades que se han obtenido o concedido en muchos de los países considerados democráticos se reducen a poco más que las libertades políticas colectivas que salvaguardan los derechos de los grupos con aspiraciones de poder. No tanto las libertades individuales de calidad política; esto es, se han desarrollado, sobre todo, las que permiten el juego de los partidos e interesan a los propios partidos políticos y sus militantes porque son las que afectan a su funcionamiento. Por ejemplo: libertad de expresión -sólo ellos pueden hacerlo libremente-, de reunión, elecciones, presencia repartida -y cobrada- en las instituciones, imposibilidad práctica de ser juzgados ( Suplicatorio: el autoblindaje foral de la clase politica) etc.. También, algunas libertades individuales sonoras que, a la par de rentar votos, las élites dominantes consideran rentables y poco peligrosas para los stablisment financieros seculares; léase las libertades sexuales, los movimiento de personas, etc.. Pero sigue restringido u obstruido todo lo que signifique democracia directa: referéndum decisorios, listas abiertas, demandas individuales ágiles y asequibles contra el estado, límites recaudatorios, control de precios y ganancias, información veraz, formación “ad hoc” exigible  a los políticos, etc..  Siguen imperando maneras autoritarias y excluyentes que neutralizan y aíslan de la participación del ciudadano normal en el funcionamiento social importante y continuado. La legalidad actúa con fuerza universal, con independencia de que, parlamentos o gobiernos, puedan haber sido votados por menos del 50% de la población; caso creciente en muchos países “avanzados”, sin que importe la razón del desinterés. Paradójicamente, puede decirse que, hoy día, militar en un partido es la mejor forma, si no la única, de poder desarrollar y salvaguardar partes importantes de la individualidad que al resto le son negados.

[6] ¿El fracaso histórico de los modelos Anarquistas explica, por sí solo, su inviabilidad y que los modelos de Liberalismo conocidos son los únicos deseables y posibles; o se debió a otras razones y siguen siendo planteables como ideal humano de Libertad en Sociedad?

[7] La guerra; cuyos apocalipsis de millones de individuos forzados a entrar y resultar sacrificados, impunemente, en aras de “la patria grupal”, y que cada tratado de paz  promete, siempre, no olvidar para que no resulte en vano, apenas tarda unos años en regresar, con más violencia, si cabe. Caso de las dos guerras mundiales del XX, por no ir más atrás. Frente a las ansias de poder y ambición, y la manipulación de “la especie”, de poco sirven los alegatos en contra que hagan artistas e intelectuales: Einstein, Brecht, Picasso

[8] Sobre la importancia de estas potencialidades truncadas por el grupo, es llamativo que algunas culturas milenarias como la hinduista reconozcan al recién nacido la plenitud de conocimientos y tengan la conciencia mítica de que este mundo lo va a estropear.

[9] Aunque luego ofreceremos nuestra propia versión, según Foucault en“La verdad y las formas jurídicas: Edipo y la verdad” (2011:51), Edipo teme, solamente, perder su propio poder, la condición que permite ejercer la completa soberanía sobre uno mismo. En esta tragedia aparecen algunas de las características del poder que comprimen siempre a los individuos. Hasta obtener el poder -metáfora de su madurez como adulto- es el hombre más miserable: niño abandonado, perdido, errante…

[10] Para Deleuze, el complejo de Edipo, la edipización, al mismo tiempo que es propia de cierta formación social es una especie de “hantise”, de obsesión de la Sociedad, que solo podría actualizarse y hacerse presente con la aparición del “Urstaat”, el estado originario. Nos mostramos de acuerdo e intentamos contribuir a desentrañarlo en este ensayo.

[11] Ciertamente, una tesis sugerente; más vista desde ópticas onto-esencialistas como las de Diel o Girard. Según éstas, una vez que las necesidades primordiales están satisfechas, y a veces, incluso antes, el hombre desea intensamente pero no sabe qué, pues es el ser lo que él desea, un ser del que se siente privado y del que cualquier otro le parece dotado. El sujeto espera de ese otro que le diga lo que hay que desear, para adquirir este ser.

[12] Ver en este ensayo el trabajo de Giner : “Robo y hurto del poder a los Ciudadanos”

[13] Dato ofrecido por Cooper en “Psiquiatría y Antipsiquiatría” Pág. 9

[14] Escribe su libro en fechas tan lejanas ya como el mítico mayo del 68, lo que en línea con Sloterdijk, debería ponernos en guardia sobre para qué sirve escribir oracularmente, cual hacen -desde siempre- casi todos los humanistas, sirve de muy poco frente a otras tendencias y fuerzas mayores como las económicas, el amiguismo, la presión al conformismo, los deseos de prestigio, de poseer, etc…

[15] Ver  “La Muerte de la Familia”.

[16] Ver, en mis anteriores artículos, lo macro a lo que se enfrenta el hombre. Especialmente:“Sin Chivo Expiatorio no hay Equipo”, “La Sociología no existe”, “Tribus, Nacionalismos y ciudadanía” y “La Sociología existe”.

[17] La obra teatral “Los Bastardos” de este autor es un ejemplo de la lucha titánica para escapar de la red social: “El que tiene padrinos se bautiza”

[18] Ver, al respecto, el libro de Berger y Luckmann “La construcción social de la realidad” o la profusión de artículos sobre “El Individualismo Metodológico” que ocupan parte considerable de los artículos de las revistas de sociología.

[19] Las revistas especializadas academicistas de sociología llevan décadas debatiendo que si “el huevo o la gallina”. Además de practicando censura encubierta; pensamiento sociológico correcto. Ver Fernández Alcalde, J.B. 2014.

[20] Desde el descubrimiento de preneolítico asentamiento turco Çatal Hoyuk, no está claro si la ciudad precedió al templo o si, éste, fue el origen de las ciudades; esto es, si la unión y cooperación la produjo la reverencia a lo sagrado, o la abundancia y el mercado. Fácil que se dieran paralelamente.

[21] Adscribimos completamente las afirmaciones de Pizarro de la Torre, N. en lo que a la sujeción del individuo por las posiciones sociales se refiere

[22] Cabe distinguir dos subtipos extremos habituales: el masculino y el femenino con diferentes funciones sociales ( por no entrar a mayores subdivisiones de género igualmente posibles). Ver Obras de Beatriz Preciado.

[23] Por eso son tan vendidos los manuales de autoayuda, las películas y la literatura… Son todo necesidades no naturales, quizás, que se vuelven imperiosas para el hombre para volver a encontrarse consigo mismo. La filosofía o los poetas son eternos porque, dentro, está el hombre encerrado en las sociedades, deseando escapar de ellas; así sea por la vía psíquica. Lo mismo sucede con los carnavales, los fines de semana… Intentos masivos regulados por la sociedad para evitarlo: desfiles de Chueca o Berlín, Carnavales de Río… Instituciones sociales éstas, para conseguir gobernar la animalidad humana y mantenerla dentro de unos cauces controlados en interés del status quo de grupos determinados.

[24] Ejemplo del Programa televisivo “EL JEFE”. Frase autocircular -cómica-de “la esclava trabajadora” (30 años) al recibir el premio entre lágrimas: -Nunca pensé que podría realizar mi sueño de fundar una asociación de ayuda tan pronto. Son reacciones por el extremo opuesto. En vez de huidas de la explotación. Inmersión completa en ellas; identificación e inversión. Aceptación total de la condena para sobrevivir. Irrecuperables.

[25] Estaría por ver qué pasa con algunos tipos de asesinatos. La violencia -no ya la que deriva de las diferencias de clase o movimientos violentos, sino bastantes asesinatos de tipo individual- tendrían que analizarse con lupa, también. Ver en qué parte no se deben a lo mismo y son un caso particular de la “humanidad” aprisionada, o no: Atentados desesperados que se realizan contra la propiedad y la exclusión abusivas. Terrorismos contra el Colonialismo Económico-Cultural. Episodios crecientes de Bulling o Tiroteos indiscriminados contra estudiantes hechos por estudiantes armados.  Reacciones vengativas viscerales contra despidos laborales, contra sentencias burdas dictadas por leyes apresuradas y oportunistas de violencia de género, cacareadas de progresistas. Les siguen las respuestas sociales ejemplares de nula eficacia para evitar que se reproduzcan y crezcan. Todo vale cara a calmar la galería o los votantes alarmados o afectados… ¿Hay asesinatos individuales cuyo origen no estén contemplados en nuestra tesis? Sin duda. Pero los, propiamente, irrecuperables son muchos menos de los que se suponen: perversiones de etiología endógena o exógena impredecible, desquiciamiento severo…

[26] Ni siquiera esto está claro, dados los factores epigenéticos intervinientes desde el entorno cambiante.

[27] De hecho, se considera un requisito sin el cual no se obtiene el status de persona

[28] Ver al respecto el concepto Junguiano de “La Sombra”. Stanislav Grof : “Psicología Transpersonal”

[29] ¿Padecen esta clase de crisis los “outsiders” que, de adultos, se apartan voluntariamente de la sociedad?

[30] Ver “La cultura del horror en las sociedades avanzadas” ( Bericat, E. )

[31] La teoría del final de la historia es el intento crónico más exitoso puesto en marcha por las ideologías dominantes de cada civilización para dar carta de naturaleza ineludible a las formaciones sociales históricas. El adoctrinamiento en su máxima plenitud de eficacia. El papel de los mass media en el adoctrinamiento del pensamiento políticamente correcto, es fundamental. Se trata, por la vía de la repetición diaria, de reflejar “la normalidad” (el futbol) y “la anormalidad acechante”: las desviaciones (las noticias, los filmes policíacos. La policía y el ejército constantemente en horarios infantiles. Imposible no echarse a temblar. No claudicar. A la vez que no considerar “héroes” a quienes nos “salvan diariamente” del mal; aunque ellos mismos sean, en infinidad de ocasiones, su misma encarnación (el fín justifica los medios) y los encargados de reprimir revueltas legítimas o iniciar ataques disfrazados de eufemismos de Defensa, Prevención o representar “La ley”, por parcial o injusta que, ésta, pueda ser -eventualmente-.

[32] Ver de Marc Lilla (2004): “Los intelectuales y la Política: La seducción de Siracusa”.

[33] Ver “La complejidad del Caos” ( Mugné, F. )

[34] Nietzsche, Weber o Berger. Frases sobre el mundo moderno que vaticinaron

[35] Equivalente a Individuo/Grupo, pero en un nivel superior.

[36] “Lo micro” es el individuo y “Lo macro”, la sociedad.

[37] La especie se refiere aquí a colectividades humanas numerosas, en contraste con un número pequeño de individuos concretos.

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