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AÚN recuerdo cuando rondando los 90, my pretty woman, habló de ella como una de las actrices físicamente más resplandecientes.

No había tenido ocasión de verla ni fijarme. Poco después pude verificarlo visionando su contenido quehacer en “Presunto Inocente” (1990) del director Alan Pakula, con Henry Ford.

Sin embargo, no fue hasta contemplarla en papeles de época que valoré su extrema y delicada feminidad y sex appeal.

Me sucede siempre. Mejillas con polvos de arroz, cabellos sin cubrir el cuello, vestidos blancos de encaje y sombrillas victorianas, medias color carne y zapatos crema de medio tacón, producen en mí efectos narcotizantes. Máxime, si añaden sombras de bozo sobre los labios y tizones quemándose detrás de las pupilas. Y  velan los senos bajo tules transparentes y escotes de vértigo, tal que hacen cuando salen decididas “a matar”, apenas cubiertas por un vestido entallado negro, cual hace Greta en el film africano.

 

¿Cuántas figuras y seres semejantes en el séptimo arte de cada década? ¿Y cuánto es obra del maquillaje, el vestuario, la ambientación, la fotografía y la trama? Bastante, sin duda, pero siempre menos que el licor destilado e irresistible de ciertos dones. Esos, como el honor o la inteligencia natural son patrimonio del alma. Se nace o no con ellos. Requisitos “sine qua non”  para  poder luego cultivarse. Muchas son las llamadas y pocas las elegidas. Lo mismo que los chicos.

“Lo que natura non dat, Salmantica no praestat”

Así apareció en sendos films que les recomiendo vean por las temáticas que abordan, más allá de los dones agraciados que la protagonista muestra con generosidad inusual. Sin duda, conociendo que “razones y estatura” pesan en nuestro mundo.

Su beldad natural, estilo y maneras me la evoca a menudo, igual que recuerda a Grace Kelly. Puede decirse que durante los noventa la sucedió discretamente. Poseía eso tan escaso que los poetas califican de exquisitez: nobleza de robe opuesta a la noblesse d’épée (nobleza de espada).

Los títulos: “Country Life” y “Pasiones en Kenia”.

Ambos, rodados en el esplendor de sus 28-30 años.

Apuntando ya, variados registros interpretativos; aunque, todavía, sin las honduras dramáticas -y hasta cómicas- que alcanzaría una década después. Y que, no obstante, su belleza nunca hizo necesario tener que trabajar a fondo.

Lo digo siempre:

“El cine es duende y belleza; y la belleza es cine”;

Y los duendes viven y están despiertos dentro de la cámara”

Salvo, excepciones de autor, el 80% por ciento de la taquilla requiere sólo de eso. Sea femenina, masculina, etc…

 

La enjundia de la primera película COUNTRY LIFE, rodada en australia, es verdaderamente atrayente. ¿Existieron tierras  y familias casi felices entre los años que van desde 1880 a 1970? ¿Lugares y personas contentas de sus existencias? Diría que sí.

La semblanza que el cine hace de los modos de vida de las clases altas europeas de entonces, tiene visos de verosimilitud. En especial, las élites residentes en las posesiones coloniales. Llámense,  India, Australia, Guinea, Kenia, Indochina… Produce envidia entrever que buena parte de la alegría vital y rectitud de principios morales, junto con sutiles hipocresías de convivencia, aceptadas por todos como mal menor y como características propias de la especie que se nos muestra, bien pudieron ser reales y suceder.

No les haré el spoiler. Gocen de personajes humanos simples y naturales. Cargados de bondades y maldades “caseras”, entendibles y justificables ante las que nadie se rasgaba las vestiduras. Era aquello de cuando la humanidad sabía que todos eran pecadores y se perdonaban entre ellos. “Hoy tú y mañana, quizás yo”. De cuando, prácticamente, el 100% de los habitantes del planeta se regían por leyes divinas o botas militares.

Lo paradójico es que la sociedad retratada en Country Life ha desaparecido del planeta, mientrasque la reflejada en Pasiones en Kenia, prospera en la actualidad. Pocas películas envejecen tan bien.

Y, por ello mismo, cuesta creer que varones y mujeres high class de la época victoriana, pudieran disfrutar de tales grados de libertad sexual marital. Lo que, una vez más, enseña que muchísimas de las restricciones y prohibiciones sociales son un castigo que sólo se aplica a las clases desfavorecidas.

El segundo film, PASIONES EN KENIA, viene a corroborar cuanto les digo. Existió un tiempo con “Caballeros de una pieza” que podríamos denominar LA ERA DE LAS REINAS OCULTAS. Quizás es el único que existe desde el principio de la vida en tierra.  Palomos de cualquier porte, desatendidos del resto de tareas, cortejando sin cesar con arrullos melodiosos a las palomas, mayormente indiferentes. Lo vemos en este film, lo mismo que en plazas o parques. Animales de toda condición, incluidas las parejas de adolescentes tortoleando o requebrando a las chicas. Tanto en las clases altas como en las bajas.

Tengo pendiente escribir un sesudo y sexudo ensayo al respecto. Tomará forma de libro de relatos con todos o parte de lo que escribo en la página Web. 

¡Sigan descubriendo el anticipo!

 

P.D. A falta de otras películes suyas que desconozco, participa en más títulos de calidad: “Good Morning, Babilonia”(1994), excelente cinta de los Hermanos Taviani, de las que les dejo una formidable secuencia.

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Two beautiful human specimens… Or not?

También sus trabajos en “Punto de Mira” (2001) sobre la caza de comunistas en Hollywood, “En defensa del reino” (1985); y el más reciente, humorístico: “Beyond de Sea” (2004); aparte del estupendo thriller ya citado: PRESUNTO INOCENTE.