Escucho a “buenistas y feministas radicales” rasgarse las vestiduras y tacharme de machista por esta opinión mía, pero el magnetismo se tiene o no se tiene . De mil hombres, al menos 500 se partirían el cobre por agasajar a figuras y terrenales con la “charis” de Natalie, Gal Gadot o Claire Forlani… Salvando excepciones, apenas serian 50 los que volverían por Shirley.
Yo desde luego, creo que no me jugaría la vida por ese cuerpo y alma SIN GRACIA.
Sí, ya oigo la condena: Que los dioses me castiguen la inmisericorde osadía superficial. Sentiré resultar cáustico, pero el mundo no lo he creado yo, y bendito sea el que no quiera ver cómo somos y qué nos arrastra.
Por fortuna, estaba Geraldine para salvar ese desastre.
La segunda grieta se debe al Hollywood System de los años 60 empeñado en los “happy ends”. Brooks podía y debió pensar un final doloroso creíble y necesario, luego de haber logrado llevar la obra a éxtasis inusuales en las emociones de los espectadores, raramente alcanzados.
¡Véanla y disfruten del color de las alas y la suavidad del pico y la piel del dulce pájaro de juventud!
¿Lo recuerdan?